La llamada constitución económica, plasmada en el texto de 1999, ha sido violentada sin pausa. Combinó el estado con el mercado. Garantizó la propiedad privada, la libre empresa y que cada quien pudiera dedicarse a la actividad económica de su preferencia.
Estableció los principios de transparencia, eficiencia, solvencia, responsabilidad, equilibrio fiscal y monetario. Los ingresos nacionales deben ser suficientes para cubrir los gastos. Cada año debía aprobar el parlamento una ley de presupuesto y otra de endeudamiento, tomando como basamento lo que se produce y hasta dónde es posible gastar. Las operaciones de crédito público necesitan de una ley especial emanada del parlamento.
No hay gasto sin previsión presupuestaria, ni créditos adicionales sin recursos. El Ejecutivo está obligado, en los 6 meses posteriores al vencimiento del periodo, a presentar cuentas al parlamento sobre la actividad presupuestaria. El objetivo de un Banco Central es la estabilidad de los precios y preservar el valor del bolívar. Es autónomo y se le prohíbe financiar déficits. Se estableció el Fondo de Estabilización Macroeconómica para garantizar el equilibrio ante las fluctuaciones de los ingresos.
En la Constitución, se reservó al estado todo lo referente a las acciones de PDVSA, aunque se abrió el compás a las asociaciones estratégicas colaterales de capital privado.
La catástrofe comenzó con la política de expropiaciones masivas, donde se estatizó todo aquello que tenía relación con el petróleo y lo que no. Se tomó como ejemplo a seguir el modelo marxista de economía cubana que ya para entonces era un desastre. Se acabó con el control parlamentario, clave para resguardar y garantizar la probidad en la gestión pública. Sucedió entonces que, sin controles a Pdvsa, la saquearon y de 3.700.000 barriles que llegamos a producir con el presidente Caldera, hoy contamos con 3 millones menos todos los días.
Desaprovechamos también el boom sostenido de precios petroleros más grandes, que llevaron el barril a más de $100 dólares. De ser un país con las reservas petroleras más grandes del mundo pasamos a no tener ni gas, ni gasolina. El reto es cambiar el rumbo 180 grados. Salir de esta pesadilla, convocar un gobierno de emergencia y salvación nacional.
@OscarArnal