Insistimos en el tema de los generales, porque lo que ocurre en Venezuela no tiene otro culpable sino los generales; que son tantos, que no podemos identificar a los verdaderos protagonistas. Tal vez pudiéramos culpar a los generales chavistas, pero nos es imposible identificarlos dentro de la camada.
Duro es decirlo, pero no solo la incertidumbre apesadumbra, sino que por desgracia del destino, pudo más la mediocridad de algunos, que llegaron a convencer a la mayoría, por no decir a todos, para hacer colapsar la jerarquía militar, que se tradujo en el colapso del país apesadumbrado, que en el pasado creyó que la institución militar era la más racional de todas las instituciones, que junto a la Iglesia podría ayudar a reinstitucionalizar al país, unos con la enseñanza del evangelio y los generales con la cordura que le ha dado la historia de ser los gestores de la estrategia y el arte de la guerra.
Esa racionalidad que en el pasado fue conducida como en la Iglesia por el Eclesiastés, cuando el predicador religioso se valió de la Sagrada Escritura, seguidora de los proverbios, para en discurso público hacer anuncios de las verdades sublimes, esas que Salomón, como el heraldo de la sabiduría, proclama como las más serias verdades; esas verdades que nos dicen que todo lo humano es vanidad, pues el hombre, durante su vida en la tierra, es más transitorio que todas las cosas en la naturaleza, cuyo curso admira, pero no comprende.
Sí, es triste decirlo, pero hay que decirlo, ¡pudo más la vanidad en el militar que la cordura y la sapiencia!, pensó solo en su beneficio personal, que en la misión que juró cumplir por la patria y se dejó llevar por la miserable idea de quien se autoproclamó “nuevo libertador de la patria de Bolívar” y engatusó a “tirios y troyanos”, los buenos y los malos, los intelectuales y los escasos mentales, hasta dejar de ser, los defensores de la patria, para convertirse en “gobernantes salvadores de un ígneo socialismo del siglo XXI”, que no dejó nada al pueblo, pero sí dio sus frutos a los “líderes del nuevo militarismo”, ese que nos ha conducido a la ¡aterradora Venezuela!.
Es esto lo que ven los venezolanos y deben ver los generales, si quieren reivindicar la jerarquía, ¡la dictadura chavista huele el riesgo! “…No tiene dinero, se le acaba el combustible y la circunstancia de mantener a un pueblo encerrado en cuarentena ante el COVID-19 no puede sostenerla de manera indefinida. Eso lo saben los usurpadores y por ello sus ajustes son de tipo militar para reprimir e impedir la protesta. Los cuidados sanitarios, la distribución de alimentos, son asuntos secundarios. ´Para la dictadura, lo primero, además de mantenerse en el poder, es el negocio´. Y para que ese negocio no se caiga, necesitan a los pobres contenidos bajo amenaza de ser aplastados.
La estrategia cubana ha centrado sus esfuerzos desde hace meses en hacer de Caracas una burbuja que logre frenar la explosión social. Así, los habitantes de Los Andes y Zulia, en general todo el interior del país, han sido maltratados de manera despiadada sin servicio eléctrico, gas y agua. La provincia ha sufrido el abandono al ser entregada a malhechores, bandas armadas civiles y militares que se reparten territorios como parte de un botín, tal como sucede con las minas en el Estado Bolívar…”
¡Colegas generales!, solo el raciocinio alumbra la sensatez y hay que oír al pueblo que reclama el ¡cese del militarismo que acrisola la dictadura!, porque como dice el pueblo: “…la verdadera pandemia que vienen sufriendo los venezolanos, que ha causado muertes, acabado con la producción, arrasado con la tierra, destruido la empresa petrolera, es ahora más peligrosa cuando se está sintiendo cercada y se prepara a una nueva pelea que puede terminar de hundir al país…”, y desgraciadamente, ha sido el militarismo el culpable de ese acrisolamiento, por culpa de los ¡generales sin cordura!.