El 19 de abril no se dio en el escenario de un virreinato, sino en el de una modesta y empobrecida capitanía general. Y Vicente Emparan, además, fue realista. Supo perder. Rechazado por el pueblo, agarró sus macundales y se marchó. Sabía que para él y los suyos, todo estaba terminado. Serían otros, por los republicanos, quienes después empujarían decididos la liberación del país que tardó veinte años. Serían otros, por los realistas, quienes ser resistirían, perdiendo batallas tras batallas y sobre todo la mística para salir adelante. Es que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Esta es una lección dramática del 19 de abril para la actual usurpación que, justo, tiene un poquito más de veinte años devastando a Venezuela. Deben saber perder, porque hicieron todos los méritos para lograrlo uniéndose al terrorismo internacional.
Desde mi forzado exilio, a la distancia sólo geográfica de mi amada Venezuela, sigo espiritualmente en ella, sintiéndola en lo más profundo del alma. Y, hoy, conmovido, emocionado y esperanzado, celebro la gesta del 19 abril de abril como propia de estos tiempos que corren hasta lograr la liberación de Venezuela.