Ha fallecido recientemente Emeterio Gómez quien, por cierto, tiene un testimonio de vida que las nuevas generaciones deben conocer, estén o no de acuerdo con sus ideas. Un académico consumado, autor de numerosos libros, fue capaz de dar la pelea en la opinión pública cuando se convenció de lo equivocado que estaba en relación a sus posturas ideológicas y tuvo el inmenso coraje de rectificar, de corregir y de profundizar aún más en la perspectiva de una ruptura definitiva con el estatismo y la cultura rentista que desafortunadamente ha agudizado el régimen socialista en este siglo XXI. A contracorriente en un país inundado de petrodólares, evanecido por las grandes bonanzas que nos juramentaron como una Venezuela saudita de ilimitadas riquezas, Emeterio emprendió una cruzada profética, advirtiéndonos de cuáles eran las soluciones que nos sacarían del marasmo al que fatalmente llegamos. Lo hizo a través de sus libros, pero también de sus recurrentes columnas periodísticas, foros y conferencias en la propia universidad y escuela de economía donde enseñaba, aunque muchos intentasen sabotearlo.
Emeterio Gómez fue un marxista convencido en las décadas remotas, conocedor de esas fuentes y, como pocos, había estudiado pormenorizadamente El capital y escrito a favor del propio Marx. Pero poco a poco, fue descubriendo que las fórmulas comunistas estaban equivocadas y nos llevarían al más completo desastre, como en efecto ha ocurrido en el presente siglo. Incursionó en la literatura liberal con audacia, sin complejos. Por supuesto que, al romper con ellos, sus viejos camaradas también de prosapia izquierdosa, lo atacaron, trataron infructuosamente de descalificarlo, aunque no pudieron con la inteligencia y la valentía de Emeterio, quien – además – pregonó abiertamente el libre mercado en Venezuela. Llegó el momento en que sus críticos no se arriesgaban a la más sencilla polémica con él, porque – sencillamente – no le llegaban a los tobillos, no sólo en el conocimiento económico sino en el ámbito de la filosofía. Y, aún ante de que Chávez llegase al poder, sobraron las advertencias de Emeterio al igual que fueron abundantes sus estudios y sus propuestas. Incluso, defensor del sector privado a carta cabal, era atacado por sectores de empresarios que siempre esperaban una dádiva, un crédito, un bono del Estado.
Aquejado por una larga enfermedad, fallece fuera del país al que tanto quiso, su familia logró sacarlo y costear en todo lo posible el tratamiento médico para el cual ya no tenía recursos ni posibilidades en su país. Fue ejemplar su ruptura histórica, y sus libros como su enseñanza, constituyen una invalorable herencia para quienes nos tocará reconstruir a Venezuela al desaparecer la peste roja.