Venezuela está atravesando por uno de los momentos más difíciles de su existencia. Además de la tremenda crisis económica, social y política, hoy el país está en una situación de parálisis y desespero.
Por: Humberto Calderón Berti
Aunado a los problemas de alimentación, medicinas, suministro de agua, electricidad, costo de la vida, e inseguridad; hoy en día, la pandemia del coronavirus que aflige a la población, se le suma la terrible escasez de gasolina, y otros combustibles, que hacen que el transporte automotor, y, por ende, el país, estén paralizados.
La situación del suministro de combustible al mercado interno, que venía haciendo crisis desde hace varios meses, se ha agravado a niveles inimaginables en un país petrolero como Venezuela.
El régimen puede invocar que la razón del desabastecimiento es el embargo al cual ha sido sometido por parte del gobierno de los Estados Unidos. Totalmente falso. El único responsable de la escasez ha sido el chavismo-madurismo por su incapacidad, ineficiencia, y saqueo al cual ha sometido al país.
Venezuela fue, desde los años cuarenta del siglo pasado, autosuficiente en materia de suministro de combustibles al mercado interno. Más aún, nuestro país fue exportador de gasolina durante muchos años. El origen de todo radica en la destrucción a la cual fue sometida la industria petrolera venezolana. Nunca en nuestro país hubo, antes del chavismo, escasez de gasolina. Todo es un gran contrasentido, ¿cómo puede nuestra gente entender la prédica permanente de que nuestro país tiene las mayores reservas petroleras del mundo (cosa que no es totalmente cierta)?, si para conseguir
gasolina se necesitan horas y hasta días para abastecerse, y si se consiguen, son apenas unos pocos litros. Tampoco lo podrán entender jamás los productores agropecuarios, que no pueden vender sus cosechas, ni la leche ni el ganado, por carecer del indispensable combustible. Da tristeza ver como productos alimenticios fundamentales para una población, que padece altos niveles de hambre, se pierden porque no hay forma de que lleguen a los mercados, y los productores se ven en la necesidad de dejarlos al costado de los caminos.
Hemos regresado a los años cuarenta cuando uno observa arreos de mulas y burros, que los productores agropecuarios deben usar para poder sacar lo poco que producen a sus mercados. Esta situación está llevando a la ruina a los pocos productores que habían logrado sobrevivir.
La gente tiene derecho a preguntarse: ¿Cómo se ha llegado a esta situación? La respuesta es sencilla. Como decían nuestros antepasados: Las cosas se pagan en esta vida. El régimen al haber destruido PDVSA está haciendo que todos los venezolanos paguemos por ello. Todo empezó cuando Chávez, en una postura burlona y jaquetona, despidió, a partir de aquel fatídico 07 de abril, a los veinte mil ejecutivos, gerentes, técnicos y obreros especializados de todas las actividades de la industria. Esos despedidos fueron sustituidos por mas de cien mil. La gran mayoría de ellos sin experiencia, incapaces, ineptos y politiqueros deshonestos. El efecto no se hizo esperar. La producción nacional de crudo comenzó a declinar de 3.3 millones de barriles por día, que se producían en 1998, antes de Chávez llegar al poder, hasta el nivel actual, que precariamente llega a menos de setecientos mil barriles por día.
La falta de mantenimiento e incapacidad han hecho que las instalaciones hayan sido en buena parte desmanteladas y saqueadas bajo la mirada complaciente de las autoridades.
Otro tanto sucedió con las refinerías que Venezuela tenía en el país. Una plantilla de refinación que podía procesar 1.3 millones de barriles por día de crudo. Había un holgado suministro del mercado interno, llegándose a alentar, por el diferencial de precios, el lamentable contrabando a los países fronterizos por el grosero diferencial de precios de los combustibles.
Las plantas de refinación son instalaciones industriales complejas que requieren de un efectivo mantenimiento preventivo, el cual fue desestimado para darle paso al mantenimiento correctivo, que es el que se realiza cuando ocurre una falla o accidente. Con el tiempo, las refinerías se fueron deteriorando hasta llegar a la situación actual de total paralización. A ello no se ha llegado en cuestión de meses, que son los transcurridos desde la aplicación de las sanciones por parte de los Estados Unidos, sino que es el resultado de un deterioro progresivo de sus condiciones operativas por falta de mantenimiento. Aún con la poca producción de crudo del país, si las refinerías estuvieran en buen estado estarían en capacidad de lograr un suministro adecuando del mercado interno.
La demanda interna de gasolina, que en los tiempos de mayor consumo llegó a ser de alrededor de 350.000 barriles por día, en la actualidad debe de estar en 80.000 barriles por día.
No podemos tampoco obviar el nefasto efecto que ha existido en el mercado interno por la distorsionada política de precios. El subsidio, y finalmente el regalo que hubo en los últimos tiempos, fue en el fondo un trasiego de recursos de los niveles más pobres de la sociedad a los que si estaban en capacidad de asumir un precio razonable por los combustibles.
La realidad de todo esto es que mientras el régimen actual permanezca frente del país, la situación no irá a mejor. Pueden inventar lo que quieran. Nombrar una comisión de alto nivel, constituida por personas sin ningún conocimiento del sector, o conseguir algún traficante, pero, aun así, no va a solucionar el problema que va a seguir mientras Maduro y su régimen permanezcan en el poder.
La gran pregunta que habría que hacerse es: ¿Cómo podemos lograr un suministro adecuado de combustibles al mercado interno una vez que haya un cambio político? En los primeros tiempos habrá que importar gasolina, posiblemente a través de Citgo, utilizando para ello las instalaciones de las cuales el país dispone. También deberá estimularse el manejo del mercado interno por parte de empresas privadas que puedan operar en condiciones económicas favorables que les permita un beneficio adecuado y se obliguen a competir de una manera libre y presten un servicio eficiente.
También habrá que restablecer, cuando antes, la operatividad de una de las refinerías existentes para lograr un suministro adecuado de origen nacional. El nuevo mercado interno va a requerir que exista un precio al consumidor que haga que el negocio sea rentable. Sin duda habrá que diseñar un esquema que minimice el impacto en las clases populares. Si ello no es así, el problema del suministro va a perdurar por cuanto no se puede vender a pérdida.
Debemos siempre recordar que lo más caro es lo que no existe. Sino que lo digan los venezolanos que pasan horas, y hasta días, para conseguir unos infames litros de combustible.