Rompiendo con una tradición firmemente instaurada durante décadas, la presidencia de Donald Trump abandonó por más de un año este ritual con el “secretario de prensa”.
Pero Kayleigh McEnany, que ocupa el puesto desde mediados de abril, parece decidida a imprimir su marca y su estilo: hablará desde el podio este viernes a las 14H00 (18H00 GMT).
No se sabe si esta sesión informativa volverá a ser diaria. La sala de prensa más famosa del mundo tiene 49 asientos, pero solo 14 serán ocupados por periodistas debido a las órdenes de distanciamiento social por la pandemia del coronavirus.
Después de haber hablado durante varias semanas desde esta sala durante el reporte diario de la célula de crisis por la COVID-19, Trump ahora prefiere dirigirse a los periodistas desde la Oficina Oval o en ceremonias organizadas en los salones de la Casa Blanca.
Graduada de las prestigiosas universidades de Georgetown y Harvard, McEnany, de 31 años, fue comentarista de Fox y CNN antes de convertirse en portavoz de la campaña 2020 de Trump.
Stephanie Grisham, quien ocupó el puesto de secretaria de prensa de la Casa Blanca antes que ella, nunca participó en una sola sesión informativa con periodistas. Pero aunque ausente de la famosa sala de prensa, a veces era muy incisiva, incluso agresiva, en Twitter o en Fox News.
Sus dos predecesores, Sarah Sanders y Sean Spicer, estuvieron mucho más presentes en el podio, aunque Sanders dejó de dar ruedas de prensa en marzo de 2019.
McEnany ha sido criticada por comentarios en el pasado, entre ellos su apoyo a la teoría de la conspiración de Trump de que el expresidente Barack Obama no nació en Estados Unidos, una falsedad que muchos consideran racista.
Sin embargo, es vista como una operadora efectiva y endurecida por la batalla en un momento en que Trump está tratando de superar la desaprobación generalizada por su manejo de la pandemia.
La Casa Blanca ha dicho repetidamente que Trump prefiere ser su propio portavoz, comunicándose directamente a través de Twitter y sus muchas interacciones directas con los periodistas.
Pero su imagen sufrió una grave herida autoinfligida la semana pasada cuando hizo la extraña declaración, desde la sala de prensa, de que se podía inyectar con desinfectantes a los pacientes con coronavirus. AFP