El director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), António Vitorino, dijo hoy que el coronavirus y la preocupación por la salud pueden llevar a que se impongan límites a la movilidad humana, y encomió la labor de los migrantes en primera línea de la lucha contra la pandemia.
“Los ataques terroristas del 9/11 (de 2001 en EE. UU.) tuvieron un gran impacto en la movilidad humana, y creo que esta pandemia tendrá un impacto equivalente, si no mayor, en la forma de ver la movilidad en el futuro. Está claro que la salud es la nueva riqueza”, aseguró en rueda de prensa virtual en Ginebra.
Hasta el momento, apuntó, una treintena de países ha puesto en marcha sistemas de seguimiento por teléfonos móviles que “generan interrogantes sobre (el derecho a) la privacidad, el anonimato o la proporcionalidad del tipo de seguimiento que se hace”.
Una de las preocupaciones de la OIM es que los países se planteen imponer condiciones sanitarias de entrada que puedan dejar a algunos países o individuos excluidos de la movilidad internacional, lo que supondría “tratar de solucionar un problema creando otro, de hacer más profunda la desigualdad”.
Ya hay sobre la mesa un debate sobre cuestiones como controles sanitarios de acceso a países, certificados de inmunidad y cómo de válidos son, cuestiones que “tendrán un impacto importante” sobre la apertura del mundo.
“No se puede adoptar un sistema único bajo la presión de la pandemia porque hay urgencia si supone sacrificar valores fundamentales”, alertó Vitorino.
El jefe de la OIM también alertó que se ha detectado como “en algunos países esta pandemia se está usando para estigmatizar a los migrantes como portadores del virus, cuando la verdad es que los migrantes y personas originarias de la migración están en muchos sitios en primera línea en la lucha contra la enfermedad”.
En países como el Reino Unido y Estados Unidos, suponen entre un 30 % y un 40% de los trabajadores sanitarios, mientras que en Suiza se acercan a un 50 %.
Además, son clave en sectores que han resultado esenciales en esta crisis, como la entrega a domicilio, el transporte o los supermercados. “Nosotros estábamos en casa por miedo al virus y ellos estaban allí, en el terreno, trabajando para el beneficio de toda la comunidad”, resaltó.
No obstante, Vitorino destacó que los inmigrantes tienen una característica en común y es su vulnerabilidad, por lo que pidió a los países que garanticen su acceso a los servicios sanitarios nacionales.
“No es una cuestión solo de derechos fundamentales, es una cuestión de salud pública. El acceso a la salud de los inmigrantes, es del interés de toda la comunidad”, señaló, y destacó que en Singapur una exitosa lucha contra el virus sufrió un varapalo porque este colectivo fue excluido de las pruebas de diagnóstico.
No solo hay que garantizar su acceso al sistema de salud, sino también que confíen en él, porque en ocasiones sienten que al estar en una situación irregular utilizarlos podría suponerles ser deportados o arrestados.
Otra de las áreas de mayor preocupación para la OIM en esta crisis es la situación de miles de inmigrantes varados en todo el mundo, especialmente en el Sudeste Asiático, África Oriental y Latinaomérica tras el cierre de las fronteras y las restricciones de viajes, así como la condiciones en las barriadas de países como Brasil, México o Ecuador, altamente propensas a la expansión de la enfermedad y hogar de muchos de ellos, y en los centros de detención y deportación.
La OIM pide que se tenga en cuenta a estas comunidades a la hora de establecer medidas de recuperación económica, ya que no tienen acceso a redes de ayuda públicas o familiares y a menudo son los primeros en sufrir el desempleo.
Su situación, alertó, afectará también a sus países de origen. El Banco Mundial calcula que los envíos de dinero de inmigrantes a países africanos se reducirá en un 30 %, es decir 20.000 millones de dólares menos. Las remesas representan hasta el 15 % del producto interior bruto (PIB) en algunos países.
EFE