Cómo es la carrera por la vacuna contra el coronavirus, explicada por Bill Gates (Video)

Cómo es la carrera por la vacuna contra el coronavirus, explicada por Bill Gates (Video)

Actualmente hay 115 proyectos de vacuna contra el COVID-19 en proceso de investigación.

 

En su blog, Bill Gates contó que, si bien su fundación es la mayor financista de vacunas del mundo, la búsqueda de una contra el nuevo coronavirus “hace empalidecer todo el trabajo que hemos hecho hasta ahora”. Pero dado que en el horizonte no asoma siquiera una terapia para curar el COVID-19, la inmunidad es el único camino para que las sociedades recuperen algún aspecto normal.

Por infobae.com





“La humanidad nunca tuvo una tarea más urgente que la creación de una amplia inmunidad contra el coronavirus”, escribió. “En términos realistas, si vamos a volver a la normalidad, necesitamos desarrollar una vacuna segura y efectiva. Necesitamos hacer miles de millones de dosis, necesitamos que lleguen a todos los rincones del mundo y necesitamos que todo esto suceda rápidamente”.

Suena abrumador, observó. “Porque lo es”, siguió. “Va a hacer falta un esfuerzo cooperativo global como el mundo nunca ha visto. Pero sé que sucederá. Simplemente, no hay alternativa”.

Citó a Anthony Fauci, el director de Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de los Estados Unidos, quien estimó que el desarrollo de una vacuna podría consumir 18 meses. “Estoy de acuerdo con él, aunque podría ser un mínimo de nueve meses y un máximo de dos años”, escribió. “Aunque 18 meses parezcan un periodo largo, sería lo más rápido que los científicos han creado una vacuna nueva. El desarrollo suele demorar unos cinco años”.

¿Por qué tanto? El cofundador de Microsoft y de la Fundación Bill y Melinda Gates detalló las fases de la investigación: creación, ensayo en animales y comienzo de los estudios para probar la seguridad y la eficacia de la vacuna en humanos. ¿Los efectos secundarios son tolerables? ¿Qué porcentaje de protección brindará? A veces el rango es inferior al 100%, como sucedió este invierno pasado en el hemisferio norte con la vacuna contra la gripe, que tuvo un 45% de efectividad.

Todo eso se comprueba en tres fases de ensayos clínicos, y si una vacuna los pasa “se comienzan a construir las instalaciones para fabricarla y se la somete a la aprobación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y distintas agencias gubernamentales”, explicó. Pero ese proceso no es factible en medio de una pandemia. “Cada día que podamos reducirlo marcará una enorme diferencia para el mundo en términos de vidas salvadas y una reducción de billones de dólares en daños económicos”, siguió. Por eso los investigadores están comprimiendo sus cronogramas.

Dado que la financiación de una vacuna para detener el COVID-19 no es un problema, ya que gobiernos y organizaciones privadas solventarán los gastos, se eliminan los pasos del proceso que tradicionalmente mitigarían el riesgo financiero y varios se hacen simultáneamente. Por caso, ilustró Gates, muchos están buscando ya instalaciones donde fabricar las diferentes vacunas potenciales. Y algunas terminarán por ser descartadas. Pero el gasto es un precio pequeño a pagar si se considera el impacto que tendrá el haberse anticipado a encontrar cómo hacer posible la manufactura en gran escala.

Pero además de comprimir los cronogramas el coronavirus ha impulsado que se prueben “muchos enfoques diferentes a la vez”, por lo cual en abril existían 115 candidatas a vacunas contra el SARS-CoV-2. “De ellas, entre ocho y 10 lucen particularmente promisorias”, destacó Gates. Casi todas son del tipo de vacuna “inactiva” o del tipo “viva (atenuada)”, las formas más comunes de las vacunas actuales: la de la polio, por ejemplo, es inactiva, y la del sarampión, viva.

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Si bien la ventaja de estos enfoques tradicionales es que su funcionamiento ha sido bien comprobado, y se sabe cómo estudiarlas y cómo fabricarlas (las inactivas, con patógenos que han sido eliminados; las vivas, con patógenos atenuados), tienen una contra: el tiempo que demora su creación. “Hay una tonelada de material en cada dosis de una vacuna. La mayoría de ese material es biológico, lo que significa que hay que cultivarlo. Eso lleva tiempo, lamentablemente”, escribió. Por eso lo entusiasman particularmente dos métodos alternativos: el ARN y el ADN. “Si uno de estos nuevos enfoques tiene éxito, es probable que podamos tener vacunas para el mundo entero mucho más rápido”.

En lugar de inyectar un fragmento de un patógeno, una vacuna de ARN (ácido nucleico formado por una sola cadena de ribonucleótidos, que es el material genético de los virus, a diferencia del ADN de doble hélice de los humanos, por ejemplo) lleva al cuerpo las instrucciones para crear antígenos contra el microorganismo, que es la señal que el sistema inmunológico necesita para crear anticuerpos contra él. “Básicamente, el cuerpo se convierte en su propia fábrica de vacunas”, sintetizó Gates. Las vacunas de ADN tienen el mismo mecanismo, sólo que distinto tipo de material genético y diferente método de administración.

“Dado que la vacunas de ARN dejan que el cuerpo haga la mayor parte del trabajo, no requieren mucho material. Eso las hace mucho más fáciles de fabricar. Hay una cuestión, sin embargo: no sabemos con certeza si el ARN es una plataforma viable para las vacunas”. La fórmula contra el COVID-19 sería la primera vacuna de ARN del mundo. “Tendremos que probar a la vez que la plataforma funciona y que crea inmunidad. Sería como construir tu computadora y tu primer software al mismo tiempo”, comparó.

Se encuentre primero una vacuna tradicional o una innovadora, probablemente no sea perfecta, advirtió Gates. Y eso no es un problema: “La vacuna contra la viruela es la única que ha borrado de la faz de la Tierra una enfermedad, pero también es bastante brutal. Dejó una marca en el brazo de cualquiera que la haya recibido. Una de cada tres personas tuvo efectos secundarios suficientes como para faltar a la escuela o al trabajo. Una cantidad pequeña, pero no insignificante, de gente desarrolló reacciones más severas”, recordó. “La vacuna contra la viruela estaba lejos de ser perfecta pero cumplió con su función. La vacuna contra el COVID-19 podría ser similar”.

Porque, si bien una vacuna perfecta siempre es el objetivo, ante la urgencia que plantea la pandemia las prioridades cambian. Con que sea segura y eficaz será suficiente. Como no existe la posibilidad de hacer estudios de años con respecto a la seguridad, el peso de la investigación se concentrará en la primera fase, que requerirá análisis especialmente sólidos. En lo que concierne a la eficacia hay mayor flexibilidad, señaló Gates: “Sospecho que una vacuna con una eficacia de al menos el 70% será suficiente para detener el brote. Una con una eficacia del 60% se puede usar, pero todavía veríamos brotes localizados. Y cualquier cosa por debajo del 60% difícilmente logre crear inmunidad de grupo que detenga al virus”.

Un desafío particular lo presentan los adultos mayores: a más edad, menos eficacia de las vacunas. Y en el caso del COVID-19 son la población más vulnerable. La vacuna contra el herpes, por ejemplo, se adapta aumentando la potencia inmunológica del material; algo así se podría hacer con la del COVID, si los efectos secundarios lo permiten. “Las autoridades sanitarias también podrían pedir que las personas mayores de cierta edad recibieran una dosis adicional”, especuló Gates.

Hay otras cuestiones a tomar en cuenta además de la seguridad y la eficacia, como por ejemplo la cantidad de dosis. Algunas vacunas se dan una vez; otras en varias dosis. Desde luego, el primer caso es más fácil de implementar a escala mundial. Pero es posible que sea necesaria una vacuna multi-dosis contra el nuevo coronavirus.

La mayoría de las vacunas que se estudian son tradicionales, con un fragmento del patógeno inactivo o atenuado, pero otras siguen el camino innovador del material genético, ARN o ADN.

 

Tampoco se sabe si la inmunidad será breve, como la vacuna de la gripe, que hay que repetir cada año, ni si será fácil de transportar: las vacunas tradicionales se almacenan a 4ºC, la temperatura de un refrigerador, pero una de ARN podría requerir temperaturas de hasta -80ºC, lo cual dificultaría su llegada a varios lugares del mundo.

El último aspecto importante en la carrera por la vacuna contra el COVID-19 es su escala material: “Tenemos que fabricar y distribuir al menos 7.000 millones de dosis”, escribió Gates. Una por cada habitante del planeta.

“Nunca antes hemos hecho llegar algo a casi cada rincón del mundo”, siguió. “Por ahora lo que podemos hacer es construir distintos tipos de fábricas de vacunas para prepararnos. Cada tipo de vacuna requiere un tipo de fábrica diferente. Tenemos que alistar instalaciones que puedan producir cada tipo, de manera tal que comencemos a producir la vacuna final (o las vacunas finales) tan pronto como sea posible. Esto costará miles de millones de dólares”.

Y, de nuevo, llevará tiempo: “La realidad es que no todo el mundo podrá recibir la vacuna a la vez. Demorará meses —e incluso años— crear 7.000 millones de dosis (o posiblemente 14.000 millones, si es una vacuna multi-dosis), y deberíamos comenzar a distribuirlas apenas la primera tanda esté lista. La mayoría acordaría que los trabajadores de la salud deberían ser los primeros en recibir la vacuna. ¿Pero quién la recibe a continuación? ¿Los adultos mayores? ¿Los maestros? ¿Las personas en trabajos esenciales?”.

Del mismo modo se plantea la distribución territorial. “Con la mayoría de las vacunas, los fabricantes firman un acuerdo con el país donde se hallan sus instalaciones para que las reciba antes que los demás. No queda claro qué sucederá aquí. Espero que encontremos un modo de distribuirla en una medida equitativa al mundo entero”, menifestó. “La OMS y las autoridades de salud nacionales tendrán que desarrollar un plan de distribución una vez que tengamos más claro en qué estamos trabajando”.

Ahora es difícil ver esa esperanza, concluyó Gates, pero la carrera va por el buen camino, aseguró. Mientras se siguen tomando medidas de distanciamiento social e higiene para reducir los contagios, la vacuna está en marcha. “En algún momento lograremos aumentar la escala de manera tal que esté disponible para todo el mundo. Y entonces podremos volver a la normalidad”, cerró, “y espero que a tomar decisiones para nunca más volver a estar en esta situación”.