En tiempos normales, en esta época del año la plaza de toros de Las Ventas de Madrid ofrece corridas a diario con motivo de la Feria de San Isidro en las que los toreros se enfrentan a astados de media tonelada.
Pero las plazas de toda España permanecen vacías esta temporada, ya que el brote de coronavirus ha obligado a toreros y aficionados a quedarse en sus casas durante semanas.
Los grandes eventos taurinos del año ya han sido cancelados, entre ellos la madrileña Feria de San Isidro, la Feria de Abril de Sevilla y las fiestas de San Fermín de Pamplona, y los toros han sido enviados directamente desde las ganaderías al matadero.
El confinamiento podría suponer una estocada mortal para un controvertido espectáculo que el poeta granadino Federico García Lorca llamó una vez “la única cosa seria que queda en el mundo”.
El toreo, tradicionalmente un elemento emblemático de la cultura española, ha luchado por su supervivencia en las últimas décadas.
Aunque los grandes encuentros taurinos siguen atrayendo a multitudes, el interés del público por las corridas de toros ha disminuido considerablemente.
Los gobiernos regionales han recortado la financiación de “la fiesta nacional”, a la que se opone una amplia mayoría de los políticos de izquierda, mientras que el movimiento antitaurino se ha hecho un hueco cada vez mayor en la atención mediática.
Algunas ciudades y comunidades autónomas, especialmente Cataluña, ya han prohibido las corridas de toros.
Aunque España ha comenzado a desescalar las restricciones impuestas por el virus, todavía no está claro si se celebrarán corridas antes del final de la temporada en octubre.
“El peor de los escenarios es que no hubiera toros en todo el año. Eso sería dramático”, dijo a Reuters el ganadero Victorino Martín.
“Imagínate: llevamos seis meses o siete ya sin ningún ingreso por el parón invernal y ahora ponle un año más.”
El sector mantiene miles de puestos de trabajo, desde los toreros y sus equipos hasta los peones de las ganaderías y el personal de las plazas de toros. Todos estos empleos penden de un hilo en estos momentos.
BUENAS NOTICIAS PARA LOS ANTITAURINOS
Entre los activistas antitaurinos, la situación es acogida con entusiasmo.
“Ha sido una buena noticia, una de las pocas buenas noticias que nos trae esta pandemia”, dijo Aïda Gascón, del colectivo AnimaNaturalis.
“No solamente por todos los toros que no van a ser torturados hasta la muerte, aunque sabemos que van a morir igual, porque los mandarán al matadero,(…) pero al menos nadie se va a beneficiar de ese espectáculo de tortura.”
Los activistas se han manifestado con regularidad frente a las plazas de toros, en ocasiones escenificando la muerte de los animales con sus cuerpos desnudos embadurnados con sangre falsa. En su opinión se trata de un espectáculo cruel y sangriento que no tiene cabida en la España moderna.
TRADICIÓN CULTURAL
La Unión de Criadores de Toros estima que las pérdidas del sector podrían superar los 77 millones de euros si la temporada se cancela.
Los ganaderos ya han enviado cientos de toros al matadero, donde cobran unos 500 euros (541 dólares) por animal, cuya carne se destinará a la venta en carnicerías. El coste de criar un toro de lidia es de unos 5.000 euros, lo que sólo es viable si se reanudan las corridas.
“Cuatro o cinco mil toros seguramente irán al matadero este año sin haberse lidiado y sin haberse sacado ese beneficio por el que se cría el toro bravo”, dijo el rejoneador Andrés Romero.
Los partidarios de la llamada “fiesta nacional” consideran la corrida de toros una forma de arte, no un deporte.
Los toros son criados especialmente para la corrida, criados en fincas en el campo antes de ser enviados al ruedo a la edad de cuatro o cinco años. Su muerte a manos del matador supone el clímax del ritual, en el que raramente se concede el indulto al animal.
“Nosotros cuidamos de los animales desde que nacen hasta que mueren. Ponemos a disposición de los animales todos los recursos que tenemos para que subsistan y vivan bien”, dijo Romero. Reuters