Abraham Maslow, psicólogo humanista del siglo XX, explica bajo lo que ha sido uno de modelos más reconocidos en explicar las necesidades estructuradas del ser humano, cómo el individuo debe satisfacer sus necesidades en forma de escalera (por fases), quedando evidenciado que si las necesidades más básicas del hombre no se satisfacen, es casi imposible que el mismo tenga un desarrollo integral como individuo.
Ahora bien, pareciera que a medida que nos identificamos de forma más clara, podemos tener mayor éxito en la permanencia y empatía a la hora de pertenecer a grupos de afiliación y filiación (política, cultural o de otro índole).
No basta con la identidad del líder, no basta con lo que defina una persona, debe de existir un consenso en la unidad con la cual la dirección y orden sean viables bajo una estructura de coherencia. Deben existir estos acuerdos que hagan que las personas convergentes a las agrupaciones sientan identidad y afiliación con sus voceros ya que de esto dependerá el buen funcionamiento y éxito del grupo, en el entendido de éxito como el alcance de las metas que se proponga la organización; donde todos puedan remar en una misma dirección.
Si tenemos clara la esencia y motivo en el cual creemos (identidad), se podrá fortalecer no solo al líder que encabece la organización, sino también se podrá fortalecer el liderazgo de todos sus miembros.
El fenómeno de la imagen es mucho más amplio de lo que estamos acostumbrados a ver en rasgos simples de este término, hoy en día la imagen nos ayuda a evaluar muchos aspectos de nuestras organizaciones y en sí de los individuos que la conforman, empecemos por evaluar qué es lo que nos une, que es lo que nos identifica y tomemos eso como punto inicial para, mejorar los términos bajos los que decidimos permanecer o no en agrupaciones, asociaciones y a fines.