Aducen que esta emergente magia autóctona, en 20 años, ha sido capaz de hacer desparecer todo lo requerido para la vida de una comunidad organizada, también, como es imposible reponerlas, la llaman la magia destructora, magulladora, machacadora, devastadora, que, ante los impávidos ojos de todos, actúa con una eficiencia demoledora y sorprendente. Reseñan, en apoyo a su tesis favorable a su reconocimiento oficial, un acontecimiento sin parangón ocurrido recientemente en ese país caribeño.
Una noche, refugiados en su bunker, protegidos de drones, pandemias, piedras, huevos, cacerolazos y tomates, los dirigentes de la revolución se relajaban jugando dominó, treintaiuno, tute y carga la burra, libando unos buenos tragos de escocés y ron Premium, comiendo los tequeños de rigor y fumando finos habanos. De pronto, el Adivinador del mazo se acercó muy turbado a la mesa del Nigromante mayor de turno, y le relató la visión que había tenido sobre una flota de guerra que avanzaba por el Caribe, compuesta de dos fragatas, un portaviones con aeroplanos de reconocimiento y apoyo naval, lanchas rápidas de asalto y un contingente de miles de marines.
Sobresaltados todos, en la sala situacional los magos rojo – rojitos, decidieron que, bajo la influencia y protección de los dos Comandantes eternos, subirían al cerro de la ciudad y uniendo sus fueras espirituales, lanzarían un conjuro para frenar la inmerecida amenaza. Dicho y hecho.
Los medios de comunicación, al día siguiente, recogieron la información de que una lancha pequeña de desembarco y un peñero sin gasolina habían sido descubiertos en las costas del país, y una veintena de mercenarios, resultaron muertos o hechos presos. A bordo de lo que antes era una amenazante flota de guerra dotada de todos los adelantos del caso, los taumaturgos revolucionaron mostraron al mundo lo hallado: dos metralletas para todos, una pistola, un recibo de una arepera colombiana, latas de cerveza y de coca cola, unos dólares americanos y unos pesos colombianos, y un plátano verde para freír patacones, todos evidenciaban la procedencia de la abortada invasión.
Al libro de los records pasará como uno de los grandes logros militares del siglo XXI, un verdadero acto de magia roja – rojita, tan sorprendente, propio del Realismo Mágico, sin duda, acompañará a los de Blacamán el bueno.