El sol hace hervir la tarde en la ciudad venezolana de Maracaibo cuando Alfredo González revisa la instalación de gas doméstico que hizo a su vieja camioneta, un ingenio que le ha permitido sortear la grave escasez de gasolina que atraviesa el país y continuar con sus labores como transportista.
A simple vista, el sistema luce peligroso, aunque el hombre de 58 años dice que es, más bien, sencillo y seguro.
Hay un cilindro de gas atado a la parte trasera de su vehículo, una destartalada Wagoneer de la década de 1980. El gas llega al cansado motor a través de mangueras de cobre y plástico, aunque no parece que haya orden mecánico al levantar la capota.
Cuando se pasan las llaves de los reguladores, el gas se quema dentro del motor y el vehículo tiene de nuevo fuerza para recorrer las calles de los barrios deprimidos del oeste de Maracaibo, donde la grave crisis que sufre de Venezuela se siente con mayor crudeza.
“IGUAL QUE LA GASOLINA”
González saca pecho al mostrar a Efe el sistema y recuerda que solo le bastó un cilindro de gas licuado de petróleo, reguladores y algunas mangueras para dar nueva energía a su vehículo. Todo un invento de ingeniería doméstica.
“Yo le hice un sistema seguro”, asegura el hombre, que hace unos meses se ganaba la vida como mecánico. “La bombona está bien puesta afuera, en el exterior del carro y tiene un sistema para evitar fugas”, añade confiado.
“Hice un trabajo a la perfección, trabaja igual que la gasolina. Creo que es un trabajo seguro para podernos defender, porque con esta pandemia y este problema sin combustible tenemos que hacer algo para llevar el sustento al hogar”, prosigue, antes de matizar que, quizás, el sistema necesite de “algunas correcciones”.
En Maracaibo, la capital del rico, pero castigado, estado de Zulia, que colinda con Colombia, estos improvisados sistemas para quemar gas en vez de gasolina se ven en motocicletas y hasta en plantas eléctricas, otro bien de primera necesidad en vistas de los recurrentes cortes del fluido.
SIN ELECTRICIDAD, SIN GASOLINA
Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el planeta, se ve sacudido por una escasez de gasolina que ya cumple varias semanas. Y esto ocurre en período de cuarentena por el COVID-19, que ayuda a disimular la carencia. ¿Qué ocurriría en condiciones normales, cuando la gente se debe desplazar en coche para ir a trabajar?
El Gobierno de Nicolás Maduro atribuye la escasez a las sanciones económicas de Estados Unidos, pero la oposición apunta a la pérdida del poder refinador que afloró con la crisis eléctrica. Ninguno de los dos problemas tiene solución inmediata, así que el confinamiento terminará antes de que se haga el milagro. Será la prueba de fuego para un país que arrastra años de crisis.
Las largas filas de vehículos en las cercanías de las gasolineras ya forman parte de paisaje habitual de esta nación petrolera, famosa por sus peloteros y el bajo precio al que se vende la gasolina, tan barata que un solo dólar llena los tanques de varios millones de autos compactos. El costo para el cliente es tan algo o bajo como la propina que quiera dar al expendedor.
Pero el problema no es el precio. El problema es que, cara o barata, el país se quedó sin gasolina.
González asegura a Efe que repostó gasolina por última vez en febrero pasado, días antes de que el país entrara en cuarentena para frenar los contagios del nuevo coronavirus.
“Desde ahí no volví a echar más”, lamenta, como hacen en este momento muchos otros en toda la nación, quienes pasan hasta dos días en fila sin que esto garantice que podrán repostar.
EL IMPROVISADO SISTEMA GANA ADEPTOS
Por ello, cada vez más transportistas de esta región tientan a la suerte y apuestan por estas adaptaciones, aunque no hayan cifras oficiales que den luz a la magnitud del fenómeno.
“Lamentablemente aquí los transportistas están recurriendo a un recurso que podría ser peligroso tanto para ellos como para los usuarios”, dice a Efe el secretario de un sindicato local de transporte, Rubén Esis.
“La necesidad económica, el hambre que se está apoderando de los transportistas, los ha llevado a recurrir a estas medidas que pueden ser peligrosas”, agrega.
Esis tiene años denunciando el colapso del sector transporte en Venezuela.
UNA ESCASEZ QUE AGRAVA UNA CRISIS
Pero su voz no se escuchó cuando apuntó que la crisis no permitía renovar las flotas de autobuses. Tampoco cuando exigió autopartes tan básicas como embragues y transmisiones para que las viejas unidades volvieran a las calles.
El transporte en Venezuela atraviesa su propia crisis, con la falta de vehículos como faceta más visible.
Como respuesta, algunos transportistas han optado por conducir camiones de carga para la movilización de pasajeros, un servicio que en el país se conoce como “perreras”.
Ahora la escasez de gasolina agrava la situación de los trabajadores del sector, que apenas luchan por lo más básico: comer, como apunta a Efe con insistencia el sindicalista Esis.
EL GAS PARA VEHÍCULOS, UN PROYECTO OLVIDADO
Hace más de una década, el Gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013) intentó convencer a los venezolanos de usar el gas como combustible para sus vehículos.
Pero los problemas para el proyecto comenzaron cuando se extendió la creencia de que el gas dañaría los motores de los autos y muchos se quejaran de que los cilindros ocuparían la mayor parte de los maleteros, un hecho difícil de evadir.
Además, el bajo precio de la gasolina atentaba contra el futuro del proyecto, que precisaba de un gasto adicional para millones de conductores.
A manera de solución, el Gobierno estableció que las unidades nuevas trajeran instalado de serie un sistema para trabajar con gas natural.
Se proyectaba que al menos el 50 % de los autos nuevos usaran gas para operar en 2010, lo que permitiría vender los excedentes -entonces se pensaba en excedentes- de gasolina en el exterior.
Pero las ensambladoras de vehículos comenzaron a ver reducidas sus unidades por la crisis y diversos problemas sindicales.
Hoy, la producción mensual de autos nuevos en Venezuela es un número cercano a cero.
PELIGROS LATENTES
Hace unos días, una bombona doméstica explotó en el maletero de un viejo Toyota en el oriental estado de Anzoátegui.
Un hombre intentó llenar el cilindro doméstico con gas para vehículos en una de las estaciones que se abrió con el impulso de Chávez y aún sobrevive, un incidente que destrozó el auto y causo heridas de consideración a varias personas.
“Una bombona de gas para vivienda no es la misma bombona que se usa para gas vehicular”, dijo a través de un vídeo colgado en las redes sociales el presidente de la Cámara Nacional de Talleres Mecánicos (Canatame), Gino Fileri.
“Las presiones (que soportan) son totalmente diferentes”, explicó.
Por ello, Fileri expresó preocupación e instó a los mecánicos del país a negarse a realizar estas prácticas, ante la certeza de que podrían causar, ante o después, más lágrimas que alegrías. EFE