Para un muchacho en sus veintes, el solo hecho de haber llegado a esa edad es un éxito luego de vivir carente de amor, valores morales y todo lo que un hogar estable, aunque sea pobre, pudo haberle ofrecido. Más aún, posiblemente conviviendo entre la violencia intrafamiliar y la violencia callejera, sin una educación formal, la única forma de sobrevivir es siendo tan violento y despiadado como sea capaz.
Esos muchachos que alcanzan o superan sus veintes, son depredadores, en ocasiones son oportunistas y en otras acechan a sus víctimas.
Las bandas, son manadas; donde hay un alfa que dirige y el resto que les sigue. Sabe que al menor descuido, a la menor señal de debilidad, será retado y, tal vez, vencido por uno de los integrantes de la manada que esperó el momento y tuvo la valentía de actuar.
La manada obedece y actúa según el alfa lo dicte, saben que en la unión está la fuerza, pero es una unión carente de valores como la lealtad (aunque algunos la confunden con sus códigos tribales) o el honor.
Dicho esto, pienso que los estrategas del régimen cometieron un grave error al actuar bajo premisas falsas que les hicieron pensar que tomar a estas manadas o tribus, armarlas, entrenarlas y ofrecerles impunidad, para que actuasen a sus anchas, obteniendo muchísimas fuentes ilegales de enriquecimiento, a cambio de su lealtad, les funcionaría como una receta como una de las variantes del control social.
Sí, ha funcionado, pero el pensamiento primario, la cultura tribal (o de manada) siempre estará allí: A la mínima señal de debilidad o cuando las circunstancias cambian, habrá más de un integrante que se atreverá a retar al alfa; en otros casos, otras manadas querrán conquistar territorios de su competencia, que habían sido respetados en tanto y en cuanto no variacen las condiciones que mantenían el status quo.
Los depredadores huelen el miedo y notan los cambios que indican debilidad… Y actúan en consecuencia.
Creo que, a excepción del 23 de enero en Caracas, donde existen organizaciones paramilitares ideologizadas, la anarquía que va a generar la pérdida del control del régimen sobre el hamponato Venezolano nos puede convertir en un Mogadiscio caribeño. Por eso es vital que Petare no se les escape de las manos, porque puede generar un terrible efecto dominó… Y eso no es bueno para nadie, menos para el régimen.
Esta bomba de tiempo es el reto más grande que tiene el régimen en lo inmediato (el aquí y el ahora) incluso por encima de la amenaza del Comando Sur que está ahí al frente. Pero, en el supuesto de una caída de esta narcodictadura, también es una de las principales amenazas que, junto a la presencia de las FARC, ELN y otras organizaciones paramilitares y terroristas, tendrá el gobierno que sustituya a estos que aún regentan desde Miraflores, respecto a la necesidad de gobernabilidad y estabilidad indispensables para lograr cualquier plan que lleve a nuestro país a un destino de justicia, felicidad y paz.
Mientras tanto, la narrativa sigue en poder del régimen y sobran quienes la sustentan desde lo que se supone forma parte de la oposición, por razones que mejor no buscaré identificar.
Y así seguimos, agregándole carencia total de combustible, hiper inflación, Coronavirus y pare usted de contar.
Esto es una pesadilla al estilo de una espeluznante película de Hollywood y todavía “los buenos” no se ven (al menos a simple vista) próximos a acabar con los monstruos…