La señal de Directv salió forzosamente de Venezuela, y con ello una de las pocas alternativas de entretenimiento y de información. El proveedor lideraba el mercado de televisión por suscripción en el país, superaba el 40% de las subscripciones en todo el territorio nacional y tenía una alta incidencia en los sectores populares hasta el martes 19 de mayo.
Por Laura Clisánchez / correodelcaroni.com
Se estima que al menos dos millones de personas se quedaron sin el servicio, incluyendo los sectores que veían en la televisión la única fuente de información en medio de una emergencia humanitaria compleja y el decreto de estado de alarma cuyo resultado es el aislamiento social, en el que la salud psicológica y emocional ya estaba en riesgo.
Psicólogos manifiestan que esta nueva carencia será un detonante para nuevos episodios de ansiedad, tensión y frustración durante la cuarentena, lo cual puede desencadenar desde violencia intrafamiliar hasta episodios de estrés post traumático.
Se extrema y prolonga el confinamiento, aumentan los casos de COVID-19 en Venezuela hasta llegar a un total de 882 casos hasta el jueves 21 de mayo y se cierran cada vez más las opciones para sobrellevar el aislamiento social.
En entrevista con Correo del Caroní, la psicóloga y miembro de Psicólogos Sin Fronteras Siboney Pérez explica las consecuencias para la salud mental de este nuevo escenario de la suspensión de la televisión satelital en la mayoría de los hogares venezolanos.
– ¿Qué implicaciones psicológicas tiene en ancianos, niños y adolescentes la salida del aire de la señal de Directv?
– Implica que cada vez haya menos posibilidades de drenar, de hacer catarsis ante una situación tan crítica y compleja como la que tenemos en Venezuela, además de la parte pandémica. Una válvula más que se cierra, incluso pueden aumentar niveles de depresión, se acentúan los cuadros depresivos ansiosos en los niños que tenían una distracción.
Los niños tienen un comportamiento más flexible, se adaptan más rápido que un adulto o un adulto mayor a los cambios, pero si les impones un ritmo de cambio muy rápido y violento llega un momento en el que tampoco van a saber qué funciona y qué no funciona.
– ¿Qué implica la carencia de vías de catarsis como la televisión, unido a las otras carencias que supone la grave crisis venezolana?
– Directamente se agravan los cuadros clínicos. Llega un momento en el que las estrategias alternas para lidiar con esto se agotan. En los niños esto puede causar hiperactividad, en la búsqueda de atención de maneras inadecuadas.
Para los adultos mayores, sobre todo los que están solos en casa, significa abrir una ventana a la depresión si no se buscan alternativas.
Para los adultos que tienen niños y ancianos en casa, implica una sobrecarga, de cómo atenderlos, cómo entretenerlos, cómo estar con ellos en confinamiento. Se van acabando las alternativas.
– ¿Tiene consecuencias biológicas?
– Llega un momento en el que los resortes resilientes ya no te sostienen, no te aguantan. De tanta lucha diaria el organismo se agota, eso afecta el sistema inmune, el sistema nervioso, endocrino, incrementa la morbilidad y se disparan otros tipos de cuadros de alergias, asma, cardiopatías que se disparan cuando la persona se siente imposibilitada de manejar la situación. Eso es lo que estamos viendo en nuestros pacientes incluso antes de esto, imagínate.
La mente y el cuerpo también agotan recursos, opciones y mecanismos. Las personas entran en estados de duelo permanente, y los estados de duelo son justamente cuando las personas perciben pérdidas. El venezolano está haciendo muchos duelos simultáneos y complejos. Eso derriba todas las defensas psicológicas que puedas tener. Se ahogan los recursos.
Incluso pueden llegar a manifestarse situaciones de pánico. La pregunta que se plantea a diario es: ¿qué otra cosa voy a perder? ¿Qué otra cosa me pueden quitar?
– ¿Esto puede agudizar las tensiones intrafamiliares?
– ¡Claro! Ya el hecho de estar confinados en espacios reducidos implica roces en la familia, y no solo eso, la violencia intrafamiliar, los abusos de todo tipo tanto a niños como ancianos. La violencia doméstica de por sí ya ha incrementado de forma alarmante a raíz de la cuarentena, imagínate ahora con una válvula de escape menos que se suma a la falta de servicios públicos.
Ya veíamos cuadros de violencia, de abuso sexual, físico y psicológico.
– ¿Si los niños se encuentran con un clima familiar así, se puede generar un patrón de violencia generacional?
– Posiblemente, porque ellos están en esa etapa de aprender cosas, están en la etapa del aprendizaje por modelaje. La incertidumbre es tan compleja que las personas sienten que pierden el control, entonces fallan los mecanismos de respuesta y los más vulnerables en este contexto son los niños porque están aprendiendo sobre respuestas adaptativas ante situaciones complejas y de incertidumbre, sus patrones de modelaje son los adultos, claro que se pueden configurar patrones de violencia.
– ¿Durante la cuarentena ha aumentado en su consultorio los casos clínicos de depresión y ansiedad?
– Sí, todos los días, incluso pacientes con ideas suicidas llegan diciendo que no aguantan esto, que no tiene sentido ya vivir, que no vale la pena luchar. Ese es el día a día de ahora. Antes me llegaban más crisis de pareja, conforme avanza el tiempo me llegan cuadros depresivos, de ansiedad y con ideas suicidas, y las crisis de pareja estaban insertas.
El encierro agrava las condiciones preexistentes. Yo tengo un promedio de 20 pacientes semanales, de esos 20 al menos 16 caen en esos tres diagnósticos que te estoy dando. El porcentaje es alto. Hay algo que no ha sido considerado desde el punto de vista público y es el caso de la salud mental, en medio de todo esto la parte psicológica no se le está dando la debida atención para que esto se canalice.