Brasil asiste al avance de la pandemia de coronavirus, que se acerca a la marca de 25.000 muertes, con un ministro interino de Salud y en medio de una constante ofensiva del presidente Jair Bolsonaro contra las medidas de confinamiento de los estados.
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Con casi 400.000 casos diagnosticados y 24.512 muertos hasta el martes, Brasil es el segundo país en número de contagios y el sexto en el de óbitos. Desde hace cinco días el balance diario de decesos supera al de Estados Unidos, el país más golpeado en números absolutos (98.584), y el martes lo superó también en el de casos declarados.
“En Sudamérica, estamos particularmente preocupados porque el número de casos nuevos reportados la semana pasada en Brasil fue el más alto en un período de siete días desde que comenzó el brote”, dijo el martes la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne.
Los números de Brasil parecen menos impactantes si se reportan a sus 210 millones de habitantes: el coeficiente es de 119 por millón de habitantes, frente a casi 300 en Estados Unidos y 580 en España, pero numerosos estados brasileños están al borde de la implosión de sus sistemas de salud.
Además, los datos de contagios podrían ser hasta quince veces superiores, según ciertas estimaciones, dado que en Brasil no se practican test masivos.
El modelo del Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME) anticipó hace dos semanas que Brasil acumulará 88.305 decesos por covid-19 hacia el 4 de agosto, en un rango estimado entre 30.302 y 193.786.
Aunque Sao Paulo, el estado más rico y poblado (46 millones de habitantes) concentra un cuarto de los óbitos (6.423), su coeficiente de muertes (140 por millón de habitantes) es muy inferior al de Rio de Janeiro, que le sigue en la lista, con 4.361 óbitos y 253/mh.
Pero las situaciones más preocupantes se dan en las empobrecidas regiones del norte -donde viven numerosas comunidades indígenas amazónicas- y en el noredeste.
En el estado Amazonas, con 1.852 decesos, la mortalidad es de 447 por millón de habitantes. Una situación que preocupa a países como Perú y Colombia, que comparten con esa región una extensa y porosa frontera.
– Confinamiento, misión imposible –
La mayoría de los estados impusieron medidas de cuarentena parcial, constantemente cuestionadas por Bolsonaro, que ve en ellas una limitación a la libertad de desplazamiento y una amenaza de ruina económica.
“¡Esos tipos quieren nuestras hemorroides! ¡Nuestra libertad! Eso es una verdad. Es lo que esos tipos hicieron con el virus, esa bosta de gobernador de Sao Paulo, ese estiércol del de Río de Janeiro”, dijo Bolsonaro en la reunión ministerial del 22 de abril, cuya filmación video fue divulgada el viernes pasado por orden judicial.
“¡Por eso quiero (…) que el pueblo se arme, que es la garantía de que un hijo de puta no va a aparecer para imponer una dictadura aquí”, agregó el mandatario ultraderechista, partidario de la flexibilización del porte de armas.
El gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, prorrogó el miércoles hasta el 15 de junio las medidas de aislamiento social, permitiendo la reapertura comercial en ciertas regiones en función de la incidencia de la pandemia.
Las tensiones provocaron la caída de dos ministros de la Salud en menos de un mes y esa cartera se halla con un titular interino, el general Eduardo Pazuello, desde mediados de mayo.
Durante su primera semana en el cargo, Pazuello incluyó el uso de hidroxicloroquina en pacientes con síntomas leves, atendiendo un pedido de Bolsonaro. Y el ministerio indicó el lunes que mantendrá esa recomendación, pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) suspendió los ensayos clínicos con ese fármaco, por seguridad.
El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, trató de calmar el juego. “En esta hora grave, la Nación exige que tengamos prudencia y estemos a la altura de los combates que ya han sido y serán trabados”, declaró.
Según las proyecciones, Brasil vivirá este año la peor contracción anual de su economía desde hace por lo menos 120 años. Las estimaciones van de un derrumbe del PIB de 4,7% (el oficial) hasta cerca de un 10%.
AFP