Llegados a España en un vuelo chárter en pleno estado de alarma, con las fronteras cerradas en un país sometido a rigurosas medidas de confinamiento para frenar el coronavirus, unos 250 esquiladores uruguayos corren contra el reloj para esquilar millones de ovejas mientras comienzan a sentirse las sofocantes temperaturas del verano español.
Los esquiladores uruguayos vienen todos los años a España, donde los productores ovinos los valoran por sus habilidades, su rapidez y su particular cuidado por el bienestar de los animales. Este año la pandemia retrasó su llegada en un mes, hasta mediados de mayo, dejando a las ovejas en una delicada situación.
Estos esquiladores son tan apreciados en España que los ganaderos contribuyeron a fletar un avión para los uruguayos cuando los cierres de fronteras, las cancelaciones de vuelos y las restricciones a la movilidad amenazaban con impedirles el viaje.
Los ovinocultores, que incluso pidieron ayuda al rey de España, convencieron al Gobierno de que autorizara su visita después de que los uruguayos se sometieran a pruebas médicas antes de emprender el viaje.
Federico Ventura es uno de los trabajadores que esquilan unas 10.000 ovejas durante una campaña de 70 días en la región de Castilla y León, en el norte de España. Utilizan máquinas especiales e inmovilizan al animal sin atarlo con una técnica que acelera aún más el proceso.
“Llevo seis años viniendo. Por el tema del coronavirus se retrasó todo, pero vamos a muy buena marcha. Creo que vamos a poder cumplir todos los horarios”, dijo Ventura a Reuters en una granja de Villafalé, a unos 300 kilómetros al noroeste de Madrid.
La temporada española es crucial para su sustento.
“Es un sacrificio grande. Con los 70 días acá vivimos el año en Uruguay”.
Una cuadrilla de tres o cuatro esquiladores experimentados pueden esquilar 750 ovejas en una granja en un solo día, mientras que con trabajadores menos cualificados se puede tardar hasta un mes, según Ángel León, propietario de la explotación. Los uruguayos ganan 1,5 euros (1,68 dólares) más impuestos por animal esquilado.
“Si no vienen ellos no hubiéramos sido capaces de esquilar”, dijo el ovinocultor José Morán, uno de los que ayudaron a fletar el viaje desde Montevideo. Reuters