En una nueva etapa, la concebida por el Foro de Sao Paulo, pocos líderes enfrentan el proyecto continental que tiene por títere a Nicolás Maduro, como el presidente colombiano Iván Duque. Claro, desde siempre, sabe cuáles son los enemigos de la libertad, de la paz y de la democracia en su propio país y en el hemisferio, procediendo en consecuencia. Por ello, respecto a los venezolanos, sobran los testimonios de una solidaridad que inmensamente le agradecemos, en medio de esas duras e indecibles circunstancias, dándoles toda la acogida y comprensión posible a los desplazados y refugiados en franca huida de la tiranía comunista.
Puede decirse, ahora, que el presidente Duque se les atravesó a los violentos latinoamericanos. Si no hubiere estadistas tan firmes y decididos, como Iván Duque, el panorama fuese demasiado negro. Somos más optimistas, porque está echando las bases de un nuevo orden para la libertad y la democracia, con extraordinaria paciencia y fuerte convicción, en un hemisferio que el terrorismo y el narcotráfico quieren hacer definitivamente suyo. Los neogranadinos deben estar orgullosos de su joven e idealista presidente.