Sus principales voceros, entre los cuales está extrañamente el ministro de salud ausente, no expresan una visión coherente, su imprecisión en el manejo de la cifras, la clasificación entre los “contagios importados” y los “comunitarios”, no contribuyen a proporcionar una adecuada información a la ciudadanía, transmitieron la falsa idea del control de la epidemia, además con contradicciones e incoherencias permanentes en las estrategias para enfrentar la pandemia, no podíamos suponer esta área como excepcional y que en ella si se aplicaría coherentemente una política.
Después de los primeros decretos de estados de excepción, comenzaron los anuncios de flexibilización, señalando un horario de circulación para los niños y para los adultos mayores los fines de semana, lo raro es que nunca la habían restringido antes para esos grupos etarios. Luego establecieron un periodo de cinco días de flexibilización y diez de cuarentena, para pasar posteriormente a la fase de siete y siete incorporando alrededor de veinte y cuatro nuevos sectores de la industria y el comercio y apertura de los centros comerciales, todo ello en el periodo en el cual comenzaba el ascenso del número de contagios, se procedió contrariamente a la flexibilidad adoptadas en otros países, donde se inició en diversas fases, con medidas de prevención, cuando se consideró tenía controlado el crecimiento de la pandemia.
Desde ayer entramos en la etapa “estricta” y “radical” de la cuarentena, con medidas especiales en nueve estados del país y el Distrito Capital, solo abrirán los establecimientos de los sectores de alimentos y salud, lo nuevo consiste en el cierre del Metro de Caracas y Los Teques, así como el Ferrocarril de los Valles del Tuy. Se impusieron “barreras de contención” entre los estados y municipios.
La narración del recorrido durante estos cien días evidencia la improvisación con la que se ha abordado una situación tan grave como la de Corona Virus, el régimen no está en capacidad por sí solo de atender con acierto la situación que se nos puede presentar, lo procedente era actuar en el mismo sentido que les permitió firmar el acuerdo promovido por la Organización Panamericana de la Salud, firmado por el ministro y el asesor en esa materia de la Asamblea Nacional, con el objeto de traer al país equipos de protección para el personal de la salud y pruebas de detección del virus.
Las limitaciones, incapacidades y carencias del régimen, como es obvio, no se limitan a este ámbito, se proyectan en casi todas las áreas de las políticas públicas, en materia económica y social, en los servicios públicos se demuestra permanentemente su ineficiencia para atender esas necesidades vitales, donde también se expresan las incoherencias y la improvisación en su desastrosa gestión. Si en algún momento la sensatez se apoderara de la cúpula gobernante, trascendiendo el propósito fundamental de su conducta actual, cuál es la conservación del poder como un fin en sí mismo y asumiera la propuesta del Gobierno de Emergencia Nacional realizada desde los sectores democráticos y con un amplio respaldo de la comunidad internacional.
Esa sería una alternativa que le ahorraría parte de los sufrimientos que estamos padeciendo la mayoría, ella exige actuar con sentido de grandeza y libre de prejuicios y dogmas propios del pensamiento dominante en esa cúpula, por lo que no accederán a considerarla seriamente, la conquista de esa alternativa sólo será posible aumentando la presión interna y conservando el respaldo internacional alcanzado. Sabemos de antemano que no es una tarea fácil, pero hay que perseverar para conquistarla.