“Nicolasito”, como llaman los venezolanos al hijo y sucesor de Nicolás Maduro, acaba de cumplir 30 años. Su cumpleaños –el 21 de junio– lo celebró a lo grande en la exclusiva urbanización caraqueña de Los Naranjos pese a la prohibición de fiestas por la cuarentena del coronavirus, lo que provocó el encarcelamiento del comisario policial que denunció la celebración.
Por: Ludmila Vinogradoff – ABC
Nacido en Caracas, Nicolás, alias Nicolasito, Maduro Guerra, es el típico hijo de papá de la generación chavista de los «bolichicos» corruptos, criados bajo la bonanza petrolera, que hace de todo para parecerse y congraciarse con su progenitor entre ser corpulento con barba y sin bigotes. Y al mismo tiempo ver cómo araña algo de la fortuna mal habida de su padre para heredarle después de los 8 años que lleva como cabeza del régimen chavista, en estos momentos acosado por las presiones internacionales.
En su futuro inmediato, Nicolasito, casado y padre de dos niños pequeños, va rasgando lo poco que queda de las instituciones de Venezuela para sobrevivir y mantenerse en el poder en caso de caer su padre. Ahora pretende lanzar su candidatura a las legislativas, cuya convocatoria anunciará el Consejo Nacional Electoral (CNE) esta semana. La autoridad electoral fue renovada y hecha a la medida para que el vástago de Maduro se hiciera con una diputación, dicen a ABC fuentes chavistas descontentas que pidieron el anonimato.
Pero el problema es que la eventual Asamblea Nacional chavista y el nuevo CNE nombrado por Maduro es irregular e ilegal desde su origen. No lo reconocen la OEA ni la Unión Europea. Pero tal vez la legalidad y legitimidad no es lo que importa a Maduro y su vástago. De ahí que la familia de Maduro se acerque a Corea del Norte, Irán, Rusia y China para que les aconsejen cómo mantenerse en el poder y resistir.
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