Asdrúbal Aguiar jugó papeles clave durante los llamados 40 años de la democracia en el país y además ha cumplido funciones diversas en distintas instancias que le han dado una proyección internacional. Desde esa posición mira lo está ocurriendo en Venezuela. Es una mirada crítica, severa, y quizá por eso advierte que el termómetro del que está adentro siempre es distinto al del que está afuera del país. Aun así, analiza la coyuntura basado en la experiencia de dos décadas de chavismo, aniquilando todos los espacios democráticos, y reflexiona sobre el futuro. “A Venezuela hay que reconstruirla desde el dolor, y el epicentro de la representatividad política estará en quienes acompañen e interpreten ese sentimiento”.
Por: Alejandro Hernández / La Gran Aldea
-Las últimas semanas en Venezuela han sido muy convulsionadas. Empezamos mayo con la “Operación Gedeón” y lo terminamos con el gran aumento de la gasolina por parte del régimen; y ahora, en junio, Nicolás Maduro y sus instituciones están volcados en empujar al país a un nuevo callejón electoral sin salida, incluso con la imposición de un Consejo Nacional Electoral desde el Tribunal Supremo de Justicia, ¿cómo ve esta nueva coyuntura y los meses por venir?
-He evitado referirme a la cotidianidad venezolana, porque no me gusta golpearme con los árboles, prefiero ver el bosque. Además, entiendo el gran esfuerzo que hacen muchos actores desde la trinchera y yo estoy en el exilio. El termómetro del que está adentro siempre es distinto al del que está afuera; pero en los últimos años en Venezuela lo que hemos tenido es una simulación permanente de vida constitucional, pues cada vez que estamos en una situación coyuntural, tanto el Gobierno como la oposición, apelan al manualito de la Constitución para terminar en un pastoreo de nubes y en un ejercicio ficcional en materia democrática; pero, obviamente, con ficciones no se va a ninguna parte.
-¿Podemos ahondar en ese concepto de ficción constitucional que señala?
-Es una simulación constitucional porque un Estado tiene tres elementos, el territorio, la población y el gobierno. En Venezuela el territorio fue canibalizado por la estructura de poder que ha mandado en los últimos 20 años, que lo dividió y repartió entre guerrilleros, organizaciones criminales, rusos, chinos e iraníes. Al punto de que perdimos nuestra soberanía y el mejor ejemplo de eso es que ya no tenemos la Guayana Esequiba. En cuanto a la población, esta se fracturó, porque el 15% de la gente emigró y la sociedad se hizo pedazos. Y, sobre el gobierno, uno se pregunta dónde está, porque en efecto hay alguien ocupando el Palacio de Miraflores, ¿pero ese alguien gobierna? Yo creo que no. Tienen grupos armados para imponer el terror en la disidencia, pero sin capacidad real para ejercer control efectivo en el sur y el occidente del país. Es decir, las tres partes que conforman el Estado venezolano están rotas.
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