La corporación criminal carece de elemental discernimiento, de la facultad de distinguir una cosa de otra, y está impedido por tanto de servir al bien común. Cualquier gobernante se esmera en aguzar su capacidad de discernimiento, mejorar su habilidad para decidir entre la verdad y el error, distinguir lo bueno de lo malo.
Enfocarse siempre en realizar distinciones cuidadosamente para garantizar los bienes inestimables de la verdad, la justicia y la paz.
El régimen ha fracasado rotundamente, sin remedio, en desmedro y ruina de los ciudadanos, al no atinar en el juicio de la realidad dura que nos rodea. Ha sido incapaz por la deformación de su conciencia que lo impulsa continuamente a cometer actos dolosos: delitos con intención. “Lo que natura non da, Salamanca non presta”. Su naturaleza dictatorial lo condiciona a la maldad.
Cuando el régimen convoca a unas elecciones parlamentarias fraudulentas, confirma su falta de sindéresis y lo podrido de sus miras. Una sucesión de delitos han ido formando una bola de nieve monstruosa. Usurpación de la presidencia de la república, por un burdo fraude electoral calificado así por el mundo. Un parapeto de Asamblea Constituyente comunal cubana con 500 constituyentes chimbos. Surgió de la trampa la Asamblea ilegítima de Parra, integrada en buena parte por diputados que dejaron de serlo. Un CNE írrito elegido por un TSJ express espurio. Todo el entramado criminal empeñado en profundizar el abismo en que se encuentran sumidos los ciudadanos de un país.
El sainete antidemocrático y criminal “montado” hace que el mundo libre se pronuncie y califique a la usurpación asqueante y purulenta con la mayor puntuación de ilegitimidad. Una delincuencia irredenta conduce los destinos del país.
Volvemos al tema del discernimiento. Tenemos claro que en 21 años se ha destruido, como nunca antes, el país y cada una de sus instituciones. Entre ellas destaca la destrucción dolosa del sistema de salud. En los 5 meses y pico que le restan al año 2020, se hace previsible que el sistema de salud alcanzará grados aún mayores de colapso. El discernimiento pura y simplemente lleva a concluir que no hay otra cosa que hacer sino de ocuparnos y de manejarnos prudentemente en lo personal y también unidos en red de ciudadanos organizados, porque solo Dios nos cuida, para enfrentar el peligro real de un coronavirus en aumento.
Con esta lacerante realidad golpeándonos cada día más, resulta del mayor despropósito enfocarse en unas elecciones parlamentarias que no sirven para nada sino para mantener a la usurpación en el poder.
Al discernir aparece como primera tarea la de cuidarnos de la pandemia y exigir el correcto uso de los recursos públicos para enfrentarla; sería una locura tomar el desvío hacia una vía suicida como son las macabras elecciones entrampadas.
El discernimiento sobre nuestro destino nacional lleva a concluir que lo primero de lo primero, el gran remedio, descansa en nuestras manos decididas con la necesaria cooperación externa: el cese de la usurpación.
¡Liberen a Maury. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!