La estafa del régimen de pretender unas “elecciones de sastre”, a medida, de un Tribunal “Bufete”, a medida y con una “oposición compinche”, a medida; son parte del estratagema para la edición del siglo XXI, del Manual para Deconstruir una Democracia.
Hemos vivido 20 años de aplicación de la siniestra receta de manipulación y elasticidad institucional a tal punto de ahogarnos en la generación de todas las condiciones que ponen el acento en las pasiones sociales e individuales:
a) Aprovechar el talante democrático para generar un “electoralismo” perverso, que mantenga la campaña permanente, desproporcionada y distraiga la institucionalidad. Ese que buscaba destruir el sistema de partidos y comprar (con el dinero del Estado) a políticos y líderes. No alcanzó ni el aceite, ni la plata, ni rallar el poder como un queso con un para estado comunal.
B) Aprovechar las necesidades básicas y deseos de superación para generar un despilfarro y corrupción aberrante con una sobrevaluación del Bolívar y un control de cambio que comprometió miles de millones, empujó el consumismo y quebró al país. Esas que crearon empresas de maletín por doquier y jugosas importaciones. No alcanzó el invento de misiones, los paralelismos institucionales, ni las carnetizaciones para someternos.
C) Aprovechar nuestra convicción por la igualdad para arrastrarnos a la precarización social y el falso empoderamiento de las masas. Esa que pretendió una recentralización del poder, pérdida de la descentralización y tirar por la borda los 40 años de avance en la modernización del Estado. No alcanzó la creación de una ANC irrita, ni la destrucción del aparato productivo, la expropiacion de tierras y empresas, ni la campaña de odio racial y clasismo desde el aparato mediático descomunal que construyeron.
¿Ahora quieren otra vez manipularnos? No. Esta farsa se acabó. Se acabó en enero de 2019 aunque aún no quieran entenderlo o se nieguen a asumir la responsabilidad ante la justicia y la historia. Han violado la constitución, han violando los DDHH y han creado a la mayor emigración forzada de nuestra historia. Claro que queremos ir a elecciones pero ¡con condiciones!
Por eso hoy, 5 de julio de 2020, tenemos que luchar como nunca por recuperar la Venezuela democrática. Con una votación en el marco constitucional y garantías. Sin nadie usurpando el poder, secuestrando las armas de la republica y pactando con regímenes oprobiosos en el mundo no democrático.
Donde además nosotros, los más de 6 millones de venezolanos que estamos fuera de Venezuela, víctimas directas del régimen tanto como quienes se encuentran dentro, seamos parte de un proceso electoral amplio, justo, con condiciones.
Un voto universal, directo, secreto y con garantías debe incorporar a ese 25% del padrón electoral que hoy está fuera. Debemos ser Incorporados en la elección presidencial adeudada desde 2018 y tanto como en la legislativa que debe celebrarse. Solo falta el ejercicio de la voluntad política para hacerlo, voluntad que sabemos existe. Adosar a la circunscripción de origen, la última declarada ante el CNE, la votación desde el exterior, podría ser una especificación a añadir en la normativa electoral que hoy regula las circunscripciones. Es decir si ud votaba en Guárico o en Vargas antes de verse forzado a salir, su voto continuaría contando para su lugar de origen; sitio donde debe aún tener su casa, a la mitad de su familia y muy probablemente el hogar al que quiere y merece volver, contando con la representación que ud elija tener.
Imagino celebrar el 5 de julio de 2021 habiendo pasado por una elección general donde hayamos podido elegir, en condiciones justas y constitucionales, al presidente de la República y a los diputados de la AN con la participación de ¡todos los venezolanos! Incluidos lo que estamos en el exterior. Imagino una elección donde la abstención sea ínfima y que selle el Acuerdo Nacional de un nuevo capítulo en nuestra historia. Voz y voto sin fronteras. ¿Y tú qué imaginas?