Señales de televisión que se apagan, emisoras que no sintonizan, llamadas que no conectan y el internet más lento de la región. Por diversas razones, las telecomunicaciones, igual que el suministro de agua o la electricidad, también colapsan en Venezuela, un país sumergido en una crisis que parece no tener fin.
Las razones de este colapso, como todo en la crisis compleja que atraviesa este país rico en recursos, son variadas y difíciles de atender sin el concurso mancomunado de los poderes fácticos, que hoy se enfrentan mientras se acusan mutuamente de los problemas que sufren los ciudadanos.
Pero al margen de culpas concretas, las focos apuntan de manera específica a la caída de la economía y una diatriba política que enturbia cada vez más las aguas del negocio de las telecomunicaciones, lo que deja a millones de venezolanos desconectados.
CAE LA ECONOMÍA, CAEN LAS SEÑALES
De acuerdo con el Parlamento -que enfrenta su propia crisis con dos directivas que aseguran controlarlo-, en Venezuela la economía cayó más del 50 % desde 2013, cuando el socialista Nicolás Maduro usurpó el poder.
Este dato, sumado a los agresivos controles que congelaron durante años los precios de los servicios de telecomunicaciones, llevó a una desinversión que afectó a la prestación, aseguró a Efe el director de la ONG Espacio Público, Carlos Correa.
“El factor regulador en Venezuela está teniendo un impacto muy fuerte (en la prestación de los servicios)”, dijo Correa. “La regulación de precios brutal se ha traducido en una desinversión“, añadió.
Según Correa, esta medida produjo que algunos servicios, como los de internet o telefonía móvil, cuyas rentas promedios deberían rondar los 20 dólares, se cobren por apenas centavos.
Con este panorama, algunos prestadores ni siquiera se interesan por captar nuevos clientes, puesto que los paquetes de instalación cuestan más de 100 dólares, pero los servicios están regulados en algunos centavos mensuales.
Por su parte, el experto Fran Monroy dijo que el vandalismo, traducido en el robo de equipos y cables de transmisión, ha dejado sin señal a numerosos sectores del interior de Venezuela, puesto que el costo de reposición supera en miles de veces el beneficio a corto plazo para las empresas.
Contra las señales también atentan los cortes del fluido eléctrico que sufre el país en toda su geografía de manera permanente.
Las consecuencias de esto se padecen cada día, cuando son necesarios varios intentos para conectar una llamada tradicional de teléfono o cuando el Internet promedia menos de 4 megabits por segundo (MBPS), uno de los registros más lentos del mundo, de acuerdo con el medidor de Speedtest.
LA CRISIS POLÍTICA TAMBIÉN APAGA SEÑALES
Este miércoles, se cumplirán 50 días desde que la señal de televisión por satélite de Directv dejó de funcionar en Venezuela, producto de una decisión política del régimen de Maduro, aseveró Correa.
Sin embargo, el experto cree que la tiranía no buscaba alejar al operador, que atendía a más del 40 % de los usuarios de la TV por suscripción en el país.
“Pero tuvo un efecto no buscado lo de Directv, que tenía mucha penetración en zonas populares. Les incomodó, porque ahora tienen (en la dictadura) menos penetración (de su mensaje)”, agregó.
La empresa estadounidense AT&T anunció el pasado 19 de mayo el cierre de su negocio de televisión Directv en Venezuela al señalar que no podía cumplir al mismo tiempo los requisitos del régimen de Nicolás Maduro y las sanciones impuestas por Washington al la cúpula chavista.
La decisión apagó más de dos millones de cuentas y dejó sin la señal a unas 10 millones de personas, especialmente de las clases más bajas, aseguró entretanto Monroy, antes de apuntar que muchos de ellos no podrán mudarse a otros operadores porque o no están captando nuevos clientes o estos usuarios no pueden costear los servicios.
Las medidas políticas también han cortado las señales de muchas radios y canales en abierto, como ocurrió en 2007 cuando el Gobierno del entonces presidente, Hugo Chávez, no renovó la concesión de uso del espectro radioeléctrico a la planta privada Radio Caracas Televisión (RCTV).
Así, cerrar emisiones críticas es, “en líneas generales, una política de Estado, es concurrente“, dijo al respecto Correa.
Estas acciones se transforman, a su vez, en ataques a la libertad de expresión, pero también en ataques a la libertad de empresa en el país, añadió.
LOS CIUDADANOS, DESCONECTADOS
Con este panorama, millones de venezolanos padecen cada día para conectar llamadas telefónicas, enterarse de noticias a través de la radio o la televisión y usar aplicaciones que requieran internet o datos móviles, necesarios más que nunca en el país en vista de la emigración de casi 5 millones de personas en los últimos años.
Efe ha podido constatar que incluso en Caracas, la capital venezolana y donde hasta hace poco los efectos de la crisis no se sentían con tanto rigor, la señal de la televisión abierta es irregular y los ciudadanos apenas logran sintonizar la TV pública, que respalda abiertamente las políticas del tirano chavista.
Por otro lado, muchos usuarios apenas hacen uso de internet, un servicio que sufre constantes cortes y ofrece la velocidad más lenta de la región.
Sin embargo, Monroy dijo a Efe que algunas familias han comenzado a contratar servicios que escapan de la regulación y que en teoría son “ilegales”, puesto que operan sin registros y se cobran en dólares, una divisa que gana cada día más espacio en Venezuela.
El experto llama a este fenómeno “internet de bodegón”, en alusión a los comercios donde se expenden en dólares productos importados que la mayoría de la ciudadanía no puede adquirir por sus bajos ingresos.
Este fenómeno, dijo, hace de la ciudad de Maracaibo, la capital del estado de Zulia (oeste) -uno de los más castigados por la crisis-, la ciudad con la mejor conexión promedio de Internet en el país, pero con graves problemas de suministro eléctrico. Y una cosa arrastra a la otra.
Pero esto sucede, explicó, porque algunos cientos gozan de señales satélite o de fibra óptica de alta velocidad, mientras que la mayoría padece con conexiones que no superan los 4 megabits.
EFE