Adaptarse a los cambios no es fácil. Gustavo Castillo lo sabe más que nadie. Es un joven valiente y audaz. Salió de Venezuela con apenas 22 años. Probó suerte y puso en marcha un negocio de donas artesanales en Argentina, el destino que le permitió recoger experiencias y reescribir su historia. Donut Therapy, así es el nombre del proyecto que se materializó en 2017 y tiempo después se convirtió en un paraíso de dulces tentaciones que se popularizó en Buenos Aires. A simple vista, una de las mejores en su clase. ¿Cuál será el secreto de estas donas?
Por Elizabeth Gutiérrez/ La Patilla
El inicio no pintaba color de rosas. Incluso, parecía un camino rumbo al desastre. Sin embargo, esto no fue impedimento para su éxito. Gustavo encontró en la cocina la oportunidad perfecta para restaurarse. Se aventuró con una iniciativa que le dio alas para emprender su propio negocio. “Donut Therapy nace de la peor época de mi vida, entre la frustración de no querer cocinar profesionalmente, lidiar con problemas mentales, depresión y pánico. Lo único que me mantuvo entretenido fue cocinar en casa, especialmente los panificados siempre me dieron calma”, cuenta.
“No existía donuts de verdad en Buenos Aires, así que me puse a hacer para mis amigos y para mí. Comenzaron a comprarme. Después pasé a vender por encargo. De ahí a la calle, en la vereda. Luego, a las cafeterías en forma de pop-ups. Ahora, acá estamos con el local”, afirma.
El venezolano se dedicó a crear su propia versión de donas. Este concepto no tardó en conquistar a los argentinos por unas poderosas razones. De acuerdo con Castillo, se pasean entre al menos 16 tipos de presentaciones. Lo suficiente para ser uno de los locales favoritos en la ciudad. En la tienda reinan desde una dona tres leches, figura entre las más vendidas según asegura, hasta la particular pizza donut. Para completar esta sinfonía de sabores, está la de guayaba y queso. Pero esto no termina aquí. También ofrecen golfeados, cinnamon rolls y otros más.
“Nunca paramos de experimentar. Seguimos mejorando nuestras recetas y variedades. Nuestro producto es 100% hecho a mano, todos los días. No utilizamos colorantes ni conservantes. Tampoco usamos margarina ni aditivos en nuestra masa. Esta tiene una fermentación con más de 12 horas en temperatura controlada”, confiesa el emprendedor venezolano.
Conforme a lo que nos relata, soñaba con ser boxeador y no pudo serlo. Pero se dedica a su oficio con el mismo ímpetu. El tiempo y las vivencias fueron sus mentores. “Cada persona tiene su tiempo para aprender y crecer. Yo quería ser boxeador profesional y acá ando haciendo donas con la misma dedicación”, expresa.
Si algo tiene claro es que los retos son un desafío constante que resuenan una y otra vez. La clave está en atreverse y nunca rendirse. “El reto sigue. Cuando emigras, todos los días son un reto: Entre la nostalgia que va pasando, dar lo mejor, enseñar y aprender es un reto. Además, acostumbrarte a levantarte bien temprano para ir a trabajar con un frío infernal, con o sin gripe. La base de mi profesión (cocinero) es el sacrificio y la consistencia. Mantener eso, es un reto… vas a llorar y querer abandonar el proyecto, pero todo estará bien”, opina.
Donut Therapy es un proyecto que Gustavo Castillo nunca planificó, pero lo moldeó en el camino. Lo creó a base de coraje y buenos principios. La palabra constancia es el ingrediente que mejor maneja. Esto mezclado con grandes cantidades de paciencia. Le puso el toque de entusiasmo indicado a la receta para la elaboración de su objetivo. Podemos decir que ahora es un coleccionista de sabores y un venezolano digno de imitar. “Todo comienza con la educación. En cualquier lugar del mundo, el ser humano tiene que respetar y valorar lo que le rodea. No obstante, ayudar a los demás.”, enfatiza.
Ante la nueva normalidad, a raíz de la pandemia del Covid-19, Donut Therapy no se detiene. Atienden a través de la “ventanita”, como refiere Gustavo, y cuentan con servicio delivery. Si se te antoja, síguelos en @donutherapy para que te deleites con este rincón de manjares.