Prontamente, nos identificamos con el mensaje y el testimonio de María Corina y fuimos ampliando las coincidencias. Recuerdo muy bien que colegas parlamentarios, como mis hermanos Omar González y Luis Barragán, crecientemente confluimos en el respaldo a la líder y lo conversábamos con frecuencia y, sin ante acordarlo, respaldábamos sus posturas decididamente. No olvido el papel de José Manuel González, siempre cordial, que nos alentaba, como ella también lo hacía en nuestro trabajo parlamentario. En distintos momentos, con la espontaneidad de una arraiga convicción de lucha, nos afiliamos a Vente Venezuela y adquirimos un novedoso sentido del compromiso político e ideológico, siguiendo el ejemplo de la Machado. Crecimos juntos en aquel parlamento tan accidentado y riesgoso, reafirmando a partir de 2016 un camino que hemos andado con esfuerzos y sacrificios, desprendimiento y emoción.
Digo esto, no por fácil reminiscencia cuando los retos actuales son inmensos, sino por la satisfacción de identificarme con una líder que cada vez más se agigantan, mientras que otros se arredran y hasta entregan al régimen. La situación de la Venezuela de los días que cursan, requiere de un liderazgo innovador, valiente y también de profundos planteamientos. Hay la inmensa posibilidad de una ruptura histórica que, yendo más allá de los circunstanciales actores del presente, supere al país rentista, caldo de cultivo para el mesianismo militar y los abusos indecibles del socialismo hecho a punta del Estado Criminal. María Corina representa esa ruptura tan urgente y cuenta con las cualidades de conductora y de estadista para llevar el barco a buen puerto. Intransigente si de principios y de valores tratamos, transparente en sus procederes, firme en sus determinaciones, clarísima en sus orientaciones. Como ha ocurrido en otras etapas históricas del país, surge la brújula que nos llevará al futuro deseado: María Corina. De ello, tampoco hay duda alguna.