Entre tantas convocatorias, consensos y acuerdos, sería interesante, llamar a la rectificación del liderazgo, tal vez así la sociedad pueda encontrar una forma para acreditar y reconocer nuevamente a los que se sienten líderes.
El ejercicio del liderazgo más que un acto interno, es un actividad que debe ser aceptada, validada y reconocida por quienes se ven afectados directamente, entendiendo que líder no es aquel que se autoproclama, sino aquel, que por medio de un acto en el consciente social, es reconocido como tal. Un líder es una figura de poder, y me refiero al poder como la capacidad de persuadir a otros, haciendo que los mismos puedan tener procesos en los cuales quieran promover las ideas, acciones y actos de aquellos que aceptan como sus líderes.
Y me pregunto, ¿un líder puede existir en el inconsciente de la población como un falso positivo? En nuestros días, pareciera que es más fácil observar y conocer personalidades que se han divorciado de la idea de un liderazgo colectivo y social, para casarse con un liderazgo que sólo reside en el mundo de sus ideas; liderazgo que al mismo tiempo no se puede percatar de lo que se suponía era su audiencia natural, identificándola más como un obstáculo en el proceso que como un ancla firme.
Bajo estas incongruencias sociopolíticas que vivimos desde hace varios años, es necesario recordar que el término “líder” es un papel revocable, que no reside bajo ninguna circunstancia en la autoproclamación sin el reconocimiento real de lo que se cree deberían ser sus seguidores; a los líderes sólo se les puede reconocer después de sus actos y ejercicios de persuasión. Entonces, podríamos afirmar que si se pierde la credibilidad y el poder de influencia con sus partidarios, la figura del líder se desvanece hasta desaparecer en el imaginario de quienes les siguen.
Actualmente, el poder pareciera sustituir a la influencia; si una personalidad que se cree líder ejerce su liderazgo sólo desde el gran o poco poder que crea tener debe estar claro que ese poder, en sí mismo, no erige líderes, ya que un líder debe tener, poder , influencia, orden y dirección.
Si la actividad de un líder puede ser medida claramente en su capacidad de influir a un gran número de personas de forma regular y continua, me pregunto entonces si la consulta no debería ser un proceso interno del líder mismo, donde coloque filtros a su ejercicio de liderazgo y sincere su capacidad de movilizar, convencer y aglutinar a su audiencia. Creo que hoy más que nunca la autoconsulta es válida, ya que la opinión pública es escandalosa y clara frente al tema. Si la actividad de liderazgo busca el logro de objetivos grupales es importante revisar la satisfacción de ese grupo en cuanto al ejercicio del líder, para no caer irremediablemente en fantasmas vitalicio que creen que el liderazgo es un Papel Irreevocable.