¡Y esta sangre que no se quita!, por @ArmandoMartini

¡Y esta sangre que no se quita!, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Así clamaba delirante, enloquecida de remordimiento y vergüenza Lady MacBeth después que su marido Lord MacBeth, noble escocés, por instigación suya y delirios canallas de ambición, cometiera regicidio, matara a puñaladas, mientras dormía, al rey legítimo y líder Duncan. Tras asesinar al monarca que confió en su lealtad, se las ingeniaron para responsabilizar a los guardias; luego arrestados y ejecutados injustamente por la invención patrañera de quienes se suponían abanderados de la verdad, rectitud, probidad y, ante el sueño excedido del poder, se llenaron las manos con la sangre del inocente. ¡Advertencia del peligro que entraña la codicia y avaricia!

Como aves de rapiña de la dignidad muerta, MacBeth en la tragedia de William Shakespeare, son muchos los políticos que alardean hipócritas defender al ciudadano en sus luchas por la libertad, democracia y oponerse a la ignominia dictatorial, pero poseen la conciencia atesta de la sangre de muertos, torturados, presos, exiliados políticos y un enorme etcétera de violaciones a los Derechos Humanos.

Una pareja es una pareja, dos novios son dos novios, marido y mujer son marido y mujer, pero en política, ¡qué cosas! no siempre es lo mismo. 





Se conoce por años, son parte del complejo y demasiadas veces poco confiable sistema, mejor dicho, el bochinche político venezolano. Están los que surgen de la vida privada en la cual, por años, han estado casados con una religión, labor profesional, o con el noble, aunque esforzado magisterio, y de repente aparecen casándose con un partido o persona cercana al gobierno, con algún nivel de poder, y posibilidades de obtener dinero mal habido, privilegios groseros e insinceras oportunidades.

Son traidores por naturaleza al punto de que se traicionan a sí mismos. Los que se quedaron atascados en las brumas del pasado y sólo vuelven a exhibir sus caras ponzoñosas porque este mal teatro del absurdo que es el castro-madurismo los necesita para alguna conveniente distracción; otros que llegaron a la conclusión no pasarían a mayores porque mentiras y mediocridad se detectan hasta en las callejuelas recónditas, y la bajeza humana es su ecosistema los conduce a envenenar y corromper.

Son verdugos del decoro, golosos de la basura, abanderados de la trampa, expertos en el salto de talanquera, perjuros, felones, traidores siempre leales y perseverantes jamás. Son el peso muerto de la democracia que continúa teniendo mucho de ingenuidad y demasiada tolerancia. Mujeres, hombres que ignoran el pundonor y pasan de las listas cobardes e insidiosas de Tascón y Maisanta, a las de cargos posibles en cualquier grupo que les permita brida para montarse en él.

Ejecutores, ladrones, opresores, mentirosos que, por eso mismo, jamás se les borrará la sangre que ayudaron a derramar, porque ésa es sangre eterna para la justicia, castigo y desagravio. 

Ambiciosos que se inscriben en un partido político y más tarde o más temprano se divorcian para contraer nupcias con otro, y más de uno lleva una retahíla de matrimonios y divorcios, lo cual habla muy mal de la capacidad del compromiso político. Un ejemplo emblemático, el infame rastrero, rufián promiscuo político de Ismael García, pregúntele al MAS, PSUV, Podemos, Primero Justicia, Acción Democrática, Voluntad Popular, MUD y todas las buenas familias venezolanas víctimas de su abuso, indecencia y arbitrariedad.

Y más reciente, quienes insisten se oponen al castro-madurismo, pero al mismo tiempo le prestan servicios cobrados, que el régimen alimenta con propinas y minucias que no demasiado le cuestan. Bígamos de limosnas, baratos sin categoría, pero útiles porque están ahí, comiendo de la mano como la mula del bozal que le pone el amo; levantan la cabeza para relinchar críticas que nadie cree porque las orejas están dirigidas en un claro sentido.

Amancebamiento político, moneda con falsedad para un lado y cobro de contrato por el otro, capaces de corromper, dividir decisiones tomadas, dar esto y aquello, en espera de nuevas instrucciones para acciones que, esperan ellos, serán definitivas.

Quienes tuvieron oportunidad de rescatar la venezolanidad, sacar al régimen, pero no quisieron, quizás no pudieron, quedaron al descubierto, en su táctica cohabitante, apaciguadora y egoísta. Los ciudadanos no deben ni pueden cometer el mismo error una y otra vez al otorgar inciertas e indefinidas oportunidades. Es imperativo un cambio de rumbo, ruta, estrategia y líderes que corrijan desaciertos, y consigan la tan anhelada libertad y democracia. 

Una revisión de la historia podrá comprobar cuántos traidores crápulas han empedrado el camino de la Venezuela honorable, ética y moral, integra, digna y recatada. Sin embargo, por ahí se van quedando en el olvido, irrelevantes, desechables, quienes contratan y pagan por la traición están claros, el que traiciona una vez traiciona dos, tres y cuatro también.

La traición no es sólo una reacción, es una servil vileza.

@ArmandoMartini