Siempre llama la atención cuando alguna celebridad cursa materias en alguna universidad. Esa persona que los demás jóvenes ven en la televisión y en los medios se sienta en el mismo aula que ellos. Esa presencia suele viralizarse en las redes sociales. Poco tiempo atrás sucedió eso en California, en la Universidad de Berkeley. Pero la estrella/estudiante no era cualquier persona. Aparecía en los medios pero últimamente más en la sección de Policiales que en la de Espectáculos.
Por infobae.com
Allison Mack, la actriz de Smallville, produjo un revuelo cuando se conoció su presencia en los claustros universitarios. En Reddit y Tik Tok se instaló el debate entre estudiantes. No es para menos. En pocos días más, un tribunal norteamericano dará a conocer la condena que le corresponde por haber participado en una red de esclavas sexuales en el marco de NXIVM .
El tema tiene plena vigencia no sólo por la cercanía de la decisión judicial sino porque HBO estrenó una serie documental que cuenta la trama de los abusos perpetrados por NXIVM, la organización que se presentaba como de cursos de mejoramiento personal pero que terminó convertida en una secta con esclavas sexuales. The Vow narra, desde adentro, cómo funcionaba la organización y cómo era la trama de explotación sexual.
Muchos de los que se quejaron de la presencia de Mack en las clases universitarias apoyaron, poco tiempo atrás, la iniciativa llamada Beyond the Box. Con ella se determinó que no debía preguntarse en el ingreso universitario sobre antecedentes penales ni juicios en trámite para asegurar la educación y las posibilidades a todos los ciudadanos.
La actriz participó en varios cursos. Dos de ellos son Género, sexo y poder e Historia y Práctica de los Derechos Humanos. Luego de que las denuncias se desperdigaran por las redes sociales, Mack dejó de asistir a las clases presenciales. Una de las alumnas, que prefirió mantenerse en el anonimato, dijo: “Ella estuvo al menos una semana en mi clase de Género, sexo y poder. Pero dejó el curso después de que se conocieran las quejas de otros estudiantes. Es entendible que no se sintieron cómodos discutiendo sobre estos tópicos con alguien que marcaba a fuego a otras mujeres”.
Pero, posteriormente, ante la suspensión de las clases en las aulas y su continuación por vía remota por las medidas de restricción derivadas de la crisis del Covid-19, varios estudiantes hicieron circular capturas de pantalla en las que se ve a Mack participando de alguno de estos cursos.
Allison Mack nació en Alemania en 1982. Dos años después sus padres se mudaron a Estados Unidos. Consiguió su primer papel a los 7 años. Después con altibajos participó en muchas publicidades, obras de teatro, series y películas. Su gran oportunidad llegó en 2001 con su papel de Chloe en Smallville, la serie que cuenta la juventud de Superman. Chloe es la amiga de Clark Kent. Fueron varias temporadas de éxito.
Después de algunos traspiés y de un estancamiento en su carrera ingresó en NXIVM, llevada por una compañera de elenco. Luego de hacer algunos de los cursos iniciales se superación personal, su belleza y fama, llamaron la atención de Keith Raniere, el líder de la organización. Allison Mack cada vez se fue involucrando más con NXIVM y postergando su carrera actoral.
Raniere se llama Keith pero siempre prefirió que lo llamaran Vanguard (Vanguardia). Era el líder de NXIVM, una sociedad que al mismo tiempo era una empresa que brindaba cursos de superación personal, una secta, una agrupación delictiva y un vehículo que permitía el abuso de mujeres. Los cursos y seminarios se presentaban como ideales para el desarrollo personal y profesional de sus participantes. Cada uno de ellos salía miles de dólares y estaban organizados de tal manera que uno se concatenaba con otro. Así la formación de una alumno/cliente insumía mucho tiempo y una ingente cantidad de dólares. Raniere se presentaba como “el hombre con el coeficiente intelectual más alto del mundo”. Su poder de convicción, con su hablar sereno y envolvente, hizo que sus adeptos se multiplicasen con los años.
La organización tenía varias células diferentes. Una de ellas estaba integrada sólo por mujeres. Una especie de grupo exclusivo, con un ingreso muy restringido. A sus integrantes le hacían creer que pertenecer era un enorme y exclusivo privilegio. Ese subgrupo selecto y secreto estaba a cargo de Allison Mack. Se llamaba DOS (Dominus Obsequious Sororium). Se presentaba como un lugar de empoderamiento femenino. Esa definición no era más que un eufemismo.
El ingreso requiere varios pasos. Un juramento de lealtad y de sumisión es el primero. Pero con eso no alcanza. Hay que entregar garantías. La candidata revela secretos familiares (muchos inconfesables) ante una cámara. Pero la aspirante muy pronto se da cuenta que la confesión, el haberse desnudado emocionalmente y dejarlo registrado no alcanza. La reclutadora exige una segunda garantía. El desnudo también tiene que ser físico. Debe enviarle fotos de ella desnuda que la otra mujer guardará bajo amenaza de hacerlas públicas ante una defección.
Antes del ingreso se le realiza una nueva aclaración, una nueva regla de juego hasta el momento desconocida: la novata debe someterse a la que la convoca, una será la esclava y la otra la ama (cada ama tiene varias esclavas), hasta que logre subir un escalón en el organigrama y ella tenga sus propias esclavas que satisfagan sus deseos.
El momento del rito iniciático ha llegado. La mujer se encuentra en una sala con otras tres o cuatro, que sospecha están en su misma situación. Ingresa su ama. Les venda los ojos y les ordena desnudarse. Ninguna duda. Su voluntad está doblegada. Todas se sacan la ropa en silencio. No se ven entre sí pero saben, intuyen, que las demás hacen lo mismo. Luego las empujan hacia una camioneta. Desnudas, sólo con la venda en los ojos, recorren unos kilómetros. No saben dónde van.
En el destino, alguien las ayuda a bajar. Entran a una casa. Una de las mujeres, tal vez, espía por debajo de la tela y ve que es una casa lujosa. Acuestan a la primera en una camilla. De pronto el resto escucha unos gritos desgarradores y olor a carne quemada. Como si fueran ganado, las marcan. En la ingle. Los gritos y las lágrimas no detienen la operación. La que soporta estoica la tortura es felicitada y puesta de ejemplo. En el aire persiste el hedor dulzón de la piel carbonizada. En sus ingles queda, marcado a fuego, un símbolo extraño.
Ya pasado el momento, ya en sus casa, y con la ayuda de un espejo, las víctimas lo podrán descifrar. Si se lo mira vertical, el jeroglífico se convierte en una A y una M, las iniciales de Allison Mack. De costado, con una mirada apaisada, lo que surge no causa, a esa altura, sorpresa alguna. Con claridad, en ese tatuaje labrado a hierro caliente (o con un bisturí eléctrico), cauterizado en la piel, aparecen una K y una R, las primeras letras del nombre y el apellido del líder, Keith Raniere, el que luego tendrá acceso sexual a las mujeres iniciadas, las señalizadas con sus iniciales.
La arenga con la que se convocaba a las jóvenes era más o menos siempre la misma: “Somos mujeres que se reúnen y se comprometen de tiempo completo, la una con la otra, para volver nuestros yoes más poderosos, para impulsarnos a enfrentar nuestros peores miedos y exponer las mayores vulnerabilidades, a sabiendas de que estamos lado a lado sin importar lo que suceda y para cumplir nuestra palabra al sobrellevar el dolor”, decía con convicción Allison Mack.
Pero convertirse en miembro de DOS significaba convertirse en esclava. Se pasaba a ser parte de una estructura piramidal en la que las mujeres que ocupaban los puestos superiores eran las amas de las inferiores en esa jerarquía. Las esclavas debían estar disponibles las 24 horas del día por si eran llamadas por Allison Mack o Raniere. Estaban obligadas a estar bajo permanente dieta y debían someterse a las iniciativas sexuales de los líderes.
El sistema de ingreso tenía varias etapas. Primero la seducción, tentar a las futuras integrantes/víctimas con ser parte de un grupo exclusivo, prometer el acceso irrestricto y el contacto cercano con el líder, con Vanguardia, Keith Raniere. Luego se ponía en marcha el sistema de garantías: un video en el cuál contaban secretos y asuntos sensibles de personas cercanas o propios. Cuando la aspirante suponía que eso era todo, unos días después, llegaba otra llamada que exigía un requisito más: fotos de ellas sin ropas o videos en medio de actos sexuales. Esas imágenes quedaban en manos de la ama que de esa manera se aseguraba la fidelidad y el silencio de su nueva esclava.
Quien violara la confidencialidad se arriesgaba que ese material sensible e íntimo se difundiera. Ante cada acto que Mack o Raniere consideraban una indisciplina aparecía el chantaje con este material. Un procedimiento claramente extorsivo.
Luego venía la ceremonia de iniciación.
Una secta con esclavas sexuales, lavado de cerebro y hasta marcas de propiedad como si se tratara de ganado.
Tener relaciones sexuales con Raniere tenía poderes “curativos” según la prédica de DOS y de NXIVM. A él le gustaban las mujeres muy flacas, por eso todas estaban sometidas a dietas de menos de 800 calorías diarias. La otra gran obligación que tenían las esclavas era la de reclutar otras mujeres. Si no lo hacían Mack ejercía una presión insoportable sobre ellas, siempre blandiendo las fotos, filmaciones y datos sensibles que tenían atesorados de cada una de ellas. El incentivo era el acceso al líder, las puertas que podría abrir Mack (cada vez más cerradas desde su involucramiento en la secta) y que ellas podían tener sus propias esclavas a disposición.
Allison Mack, y su anterior fama, ejercían de imán. Las aspirantes eran jóvenes, flacas y bellas. Todas parecían seguir el mismo patrón físico, el del gusto de Raniere. Son muchos los testimonios que coinciden en afirmar que Mack era la principal reclutadora y la cabeza de DOS. Utilizó su fama e influencia para ese fin.
Uno de sus intentos más notorios se dio a través de Twitter en febrero de 2016. Arrobó en un tuit a Emma Watson invitándola a su grupo. “Participo de un movimiento humanitario único para el desarrollo de las mujeres. Me encantaría hablarte de él. Como colega tuya sé que compartimos la mirada del mundo. Creo que podríamos trabajar juntas. Avisame si estás dispuesta a conversar”. Allison Mack no recibió respuesta pública de la actriz de Harry Potter.
Mack era la jefa (ama) de un pequeño ejército de casi 20 mujeres que estaban a disposición de ella y de Raniere y que no podían mantener relaciones amorosas ni sexuales con otras parejas. Tampoco podían exigir ver con mayor frecuencia a Vanguardia. Sólo debían estar disponibles (y extremadamente delgadas) para cuando fueran requeridas para sesiones sexuales individuales o grupales.
La dinámica diaria de las esclavas requería que le pidieran a su ama permiso para comer (en el juicio una de las víctimas narró como durante semanas se culpó por los problemas de erección de Raniere porque ella tenía dos kilos de más de los que le requerían) y hasta para dormir, que reportaran sus movimientos y cada alimento que ingerían. Aunque no hubiera ninguna actividad planeada debían ponerse a disposición de su ama y de Vanguardia. Cada tanto todas, ama y esclavas, se sacaban una “Foto Familiar”. Desnudas, abrazadas y con amplias sonrisas enviaban una imagen a Raniere.
Allison Mack, en cualquier momento del día, enviaba un mensaje a una de sus esclavas. El texto sólo era un signo de interrogación. La respuesta debía llegar en menos de un minuto. “Acá estoy. Lista, Ama”. Quién se retrasara sufriría castigos físicos. Golpes con lonjas de cuero, duchas heladas o algún otro martirio.
La actriz ante los jueces se declaró culpable de Racketeering, algo similar a integrar una asociación ilícita, de ser parte de una organización delictiva. También reconoció haber extorsionado a múltiples mujeres. Pero dijo ser inocente en los cargos más graves: tráfico sexual, abusos y de crear también una trama de trabajo esclavo. Pidió disculpas a su familia y a las víctimas. Dijo que lo que hizo fue por “una inclinación equivocada a las enseñanzas de Raniere”. Que en el momento de ingresar a la organización ella estaba inestable emocionalmente intentando encontrar el rumbo de su carrera artística y que esa vulnerabilidad permitió que actuara de ese modo. Sostuvo que ella sólo buscaba que Raniere de nuevo la volviera a convertir en una gran actriz.
A la espera de la sentencia se dispuso de su prisión domiciliaria. Le fijaron una fianza de 5 millones de dólares. Mack debió mudarse a casa de sus padres y le fue vedado el uso de teléfonos celulares y de cualquier dispositivo con acceso a internet excepto aquellos que utilice con fines educativos. El juez, previo a la pandemia y sus restricciones, estableció que estaba exceptuado de la reclusión lo relacionado con trabajo, estudio y asistencia a ceremonias religiosas. Por eso, se estima, su presencia en las aulas de Berkeley.
Se había fijado fecha para su sentencia para septiembre del año pasado pero fue pospuesta. No se sabe con precisión si eso ocurrirá el mes que viene o si Allison Mack llegó a un acuerdo a cambio de información para juzgar a otro miembros relevantes de la organización.