Siete meses después de su primer caso de coronavirus, Brasil vive un momento de relativa estabilidad, pero ha encendido las alertas ante el repunte de contagios en Amazonas, el primer estado que entró en colapso, y de muertes en Río de Janeiro.
La pandemia de la COVID-19, que deja ya 140.537 fallecidos y 4,68 millones de infectados en el gigante suramericano, ha disminuido en intensidad, pero aún presenta cifras altas, mientras los brasileños relajan cada vez más su percepción de la crisis sanitaria.
La tasa de incidencia es de 2.231,6 casos por cada 100.000 habitantes, lo que indica un nivel de transmisión aún muy elevado en este país de 212 millones de habitantes, uno de los más castigados por el coronavirus junto con Estados Unidos y la India.
La media de muertes diaria bajó un 10 % en la última semana y ahora se ubica por debajo de los 700 decesos, si bien los especialistas epidemiológicos temen un nuevo incremento en vista de las frecuentes aglomeraciones en lugares públicos.
“La pandemia aún no ha caído a niveles para poder decir que finalizamos el ciclo de la primera curva”, afirmó a Efe el doctor Antonio Bandeira, director de la Sociedad Brasileña de Infectología (SBI).
ALERTA EN AMAZONAS: VUELVEN LAS RESTRICCIONES
El estado de Amazonas, fronterizo con Colombia, Venezuela y Perú, volvió a cerrar bares, casas de fiestas y playas ribereñas en la capital regional, Manaos, por un periodo de 30 días desde el viernes.
Manaos, que con unos dos millones de habitantes alberga prácticamente a la mitad de la población de Amazonas, vivió escenas dramáticas durante los meses de abril y mayo, cuando sus hospitales y funerarias colapsaron ante la explosión de casos de COVID-19.
Fue la primera gran ciudad del país en verse desbordada. Llegó incluso a enterrar a sus fallecidos en fosas comunes y tuvo que lidiar con la escasez de ataúdes.
En junio, los datos comenzaron a remitir y las autoridades regionales comenzaron a flexibilizar las medidas de aislamiento.
Los comercios volvieron a abrir, los colegios públicos recibieron de nuevo alumnos -Amazonas fue el primero estado brasileño en hacerlo-, pero en las últimas semanas se ha registrado un repentino aumento de contagios.
Según datos oficiales, los casos de COVID-19 en Manaos aumentaron un 55 % entre la segunda y la tercera semana de septiembre, ante lo cual el gobernador de Amazonas, Wilson Lima, impuso las nuevas restricciones.
“Estamos tomando esta decisión debido a la falta de cumplimiento de los protocolos. Nadie usaba más la mascarilla y se estaban produciendo aglomeraciones”, expresó Lima a los periodistas.
Y eso que un estudio, liderado por científicos brasileños y divulgado esta semana, indicó la posibilidad de que Manaos haya alcanzado ya la inmunidad de rebaño con el 66 % de su población infectada, según sus cálculos.
AUMENTAN LAS MUERTES EN RÍO DE JANEIRO
La situación en Río de Janeiro, el segundo estado brasileño con más fallecidos (18.166), también comienza a preocupar.
En los últimos ocho días presenta un alza en la media diaria de muertes, que ahora varía entre las 80 y las 103. Ese crecimiento coincide con las imágenes de playas abarrotadas de bañistas en la otrora ‘Cidade Maravilhosa’, animados por las buenas temperaturas y pese a las medidas sanitarias aún en vigor.
Pero el plan desescalada, lejos de paralizarse, sigue avanzando y el Gobierno de Río autorizó el miércoles la vuelta de los aficionados a los estadios de fútbol, con un aforo limitado del 30 %, lo cual significa que al estadio Maracaná podrán entrar unas 15.000 personas.
“Eso es algo imposible de controlar y va a acabar impactando”, apreció Bandeira, también profesor de infectología en la Facultad de Medicina de la UniFTC.
Las escuelas de samba optaron por ser más cautelosas y han suspendido de forma indefinida sus desfiles del próximo carnaval, que estaban previstos para febrero, por primera vez en los últimos 108 años.
CIERRA EL ÚLTIMO HOSPITAL DE CAMPAÑA DE SAO PAULO
Por otro lado, en Sao Paulo, la ciudad más populosa de Brasil, cerró este sábado el último de los tres hospitales de campaña que quedaba en pie, tras cinco meses en funcionamiento en los que atendió a 3.189 pacientes con COVID-19.
El estado de Sao Paulo, el más castigado de Brasil en números absolutos, con 964.921 casos y 34.877 muertes, registra su menor índice de óbitos desde el pasado mes de mayo y las hospitalizaciones han caído de forma paulatina en las últimas nueve semanas.
Sin embargo, este sábado volvían a registrarse largas filas de vehículos en la principal carretera que conecta la capital paulista con el litoral.
Para Bandeira, el uso de mascarilla y el distanciamiento social deben mantenerse, como mínimo, hasta el primer trimestre de 2021, con objeto de evitar el “error” cometido por algunos países de Europa, inmersos ya en una segunda ola de la pandemia.
EFE