Jesús llegó a Caracas desde su Córdoba natal hace 12 años, “la Venezuela que yo me encontré cuando llegué por primera vez no tiene nada que ver con la Venezuela superviviente de ahora”. La cuarentena ha empeorado la situación en su barrio, ya de por si difícil.
Por Nius Diario
Jesús es un cura español, joven, de 36 años, y que desde hace 12 años vive en Caracas en uno de los barrios más populares y conflictivos de la ciudad. Es el barrio de Campo Rico, perteneciente a Petare, la favela más grande de América Latina. Una olla a presión de bullicio, necesidad y delincuencia donde años atrás los disparos perdidos mataban a los vecinos por error. Jesús vive perdido en mitad de su cerro y el pasaporte le importa poco. Solo se apuntó en la lista de españoles en Venezuela en la Embajada hace dos años, cuando coincidió en un avión de vacaciones con un trabajador del Consulado. Antes, ni siquiera había pensado en ello.
Hoy, cuando la balacera apremia en su barrio, suele ser por la batalla campal entre las bandas que luchan por el control del territorio, o entre las bandas y la policía de Nicolás Maduro, muchos de sus efectivos herederos o ex miembros de esos mismos grupos armados, y que bajo la premisa del orden entran en los barrios y ejecutan asesinatos extrajudiciales sin pudor ni justicia.
Según un informe reciente publicado por la ONG venezolana Provea, que lucha por los DDHH en el país, las fuerzas de seguridad son responsables de al menos 1.611 asesinatos registradas durante el primer semestre de este año. Es un promedio aterrador, de 9 personas por día, y el target son principalmente varones jóvenes entre 18 y 30 años. El informe explica que las muertes “son consecuencia de una política de Estado que combina el aliento brindado por las altas autoridades para la comisión de abusos, y la impunidad del sistema de administración de justicia”.
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