La Línea A es la red de transporte subterráneo más antigua de la ciudad de Buenos Aires. Inaugurada en 1913, fue la primera en crearse en toda América Latina. Recorre casi 10 kilómetros alrededor de la capital y tiene las únicas dos estaciones que no funcionan del total de seis líneas: Pasco Sur y Alberti Norte.
Muchas leyendas fantasmagóricas y mitos históricos se han popularizado alrededor de esos dos puntos: espíritus de obreros muertos que circulan por allí, el cierre de una por su proximidad a una bóveda del banco argentino Nación o porque hubo un incendio en la sede del Partido Socialista Casa del Pueblo.
Pero nada de eso es cierto. Las estaciones Alberti y Pasco están una junto a la otra y funcionan de un solo lado de las vías. Por su posición respecto a la avenida capitalina principal, Rivadavia, funcionan el lado sur de Alberti y el norte de Pasco.
¿Qué pasa con Alberti Norte y Pasco Sur?
Pasco Sur está tapada con una pared de ladrillos desde que cerró, y adentro se la utiliza como depósito de materiales. A ella pueden entrar solo los trabajadores de la línea. Si se entra, todavía puede verse las columnas de hierro, el lugar donde solían venderse los boletos y otros de los rasgos típicos de cualquier estación, según el diario La Nación, que envió un cronista a visitar el lugar.
La estación Alberti Norte, en cambio, no conserva esos rasgos que recuerdan al pasado. A diferencia de Pasco Sur, en Alberti Norte se decidió construir una subestación eléctrica, que está allí desde 2004. No hay más que dispositivos eléctricos que sirven para hacer funcionar a los vehículos.
Antes de la década del 80, cuando pusieron tubos fluorescentes para iluminar ambos espacios, no había una sola luz en Alberti Norte. Es posible que por ellos surgiera el mito de que, al pasar por allí, a veces, podía verse a dos obreros muertos sentados en el andén, sosteniendo sus herramientas de trabajo. Supuestamente, los hombres aparecen a la hora en que sale el último servicio del subterráneo.
El libro Buenos Aires es leyenda, de Guillermo Barrantes y Víctor Coviello, habla acerca de la leyenda y cuenta sobre un derrumbe que hubo durante la construcción en la estación. Según el relato, los dos obreros eran italianos y se llamaban Giuseppe y Leonardo.
Aunque no hay constancia de que hayan ocurrido accidentes en ninguna de las dos estaciones fantasma, sí hubo unos seis obreros muertos durante la totalidad de las construcciones que supuso la línea A.
El trabajador de mantenimiento de la estación Diego Jezierski dijo a La Nación que los cuentos de fantasmas son cientos. Un compañero de trabajo le contó sobre un hombre que se le apareció una noche caminando entre las vías. Era alto, pelado y, cuando vio que lo veían y lo querían seguir “tomó una curva, y cuando lo alcanzaron no estaba más, se había esfumado”.
El supervisor de vías Manuel Niz recordó otro relato, que involucra a un personaje recurrente del terror clásico. Una novia, vestida de blanco, que camina a la noche por la sola vía que una Alberti Norte con la plaza porteña Miserere. La historia cuenta que el novio la plantó en el altar y que, por ello, decidió quitarse la vía arrojándose al tranvía. “Yo nunca la vi, pero por las dudas por ahí no paso. Solo no paso”, asegura Niz.
El incendio en Casa del Pueblo
El 15 de abril de 1953, cuenta, hubo un atentado durante un acto peronista (Juan Domingo Perón era entonces el presidente de Argentina), donde varios manifestantes fueron muertos. Como represalia, los peronistas atacaron la sede del Partido Socialista, que fue incendiada y destruida.
“Acá estamos justo debajo de la vereda del baldío donde estaba la Casa del Pueblo”, Mirá, si hubiera habido algún daño por el incendio tendríamos que poder verlo”, dijo a La Nación el trabajador de los servicios subterráneos Tomás Palastanga, señalando el punto debajo de la sede socialista, en Pasco Sur donde no hay atisbos de fuego.