Luis Alberto Buttó: Pensar más allá

Luis Alberto Buttó: Pensar más allá

Luis Alberto Buttó @luisbutto3

La mala hora que ensombrece el presente del país en algún momento tendrá que desvanecerse. No es cuestión de fe, anhelo o esperanza. De ellas, en verdad, quizás no quede mucho, lo cual, por cierto, es plenamente comprensible. Tampoco es una proclama de autoayuda barata y simplista aplicada al análisis de la política, de esas que está obligado a repetir cierto liderazgo de tanto en tanto, en aras de evitar que se desbarranque el fervor popular que haya podido aglutinar, independientemente de las observaciones críticas que pudieran traerse a colación.

De hecho, para poner las cosas en adecuado contexto, marco por todos bien sabido, si algo ha quedado claro para la apreciación colectiva en torno al derrotero nacional, es que desmontar la maledicencia, la barbarie, la mentira y la rapacidad hechas gobierno, no es cuestión de silbar, cantar y esperar. Demasiado se ha sudado y sangrado en el tortuoso camino de resistencia recorrido. No en balde, están exhaustos muchos de aquellos con los que se contaba para hacer frente a la arbitrariedad, la indolencia y la incapacidad. Ello es entendible, como razonable es que más de uno haya optado, o esté pensando en optar, por centrarse en resolver las angustias de su parcela particular. Es lógico. La supervivencia es un deber ineludible y nadie puede erigirse juez del compromiso que el otro descarte o mantenga.

En todo caso, en el instante que la maldad se desplome, el asunto no será producto de factores míticos que algún predestinado, así autoproclamado o convencido al respecto por los círculos que le rodean, haya sacado de la chistera mágica que cree guardar en la gualdrapa. El asunto será multifactorial y las contradicciones irresolubles de lo inviable jugarán papel predominante al respecto. Empero, más lo desempeñarán las acciones que sin lapsos de caducidad resulten de la organización colectiva que responda a la direccionalidad estratégica que vaya más allá de la circunstancia y el movimiento reactivo y pase por asumir plena conciencia de que dispersar los esfuerzos conduce al estancamiento, lo que es igual a decir la nada.    





El reclamo per se termina asemejándose mucho a la voz que clama en el desierto. Sí, claro que tiene impacto, pero éste se agota con relativa facilidad. Es improcedente abandonarlo porque la defensa de los Derechos no acepta descanso. Pero, si no trasciende lo coyuntural, se torna insustancial. Es perentorio enmarcarlo, subsumirlo, en el cuadro de emprendimientos mayores que tengan como objetivo cristalizar el proyecto de cambio estructural que requiere el destino nacional. No se trata de remendar el roto en los retazos de la manta. En estos momentos, de todas formas, ello es imposible. Se trata de desmontar los cimientos que hicieron posible el empobrecimiento. Los cimientos que perpetúan el abandono de la gente a su cruel suerte.

La espontaneidad se dispersa cuando el cansancio arropa al individuo. No se trata de hacer por hacer, por más loable, necesario u obligante que ello sea. Las tendencias no son la realidad ni tienen porque definirla. Lo “noticioso” muta sin control en el universo de las redes sociales y éstas no son ni la verdad ni la totalidad del país. Hay distintos tipos de confinamiento social; el de número de seguidores es uno de ellos. La complejidad de la tragedia nacional, y de la solución que ésta requiere, no cabe en las instantáneas del día a día. Emitir respuestas como resultado del dejarse llevar es vivir de salto en salto sin enfocarse en lo trascendental. La fortaleza de las acciones nace de la consistencia del objetivo. Las herramientas se identifican a partir del norte trazado. Los cambios históricos se construyen sostenidamente.

No mirar los árboles. Mirar el bosque.

@luisbutto3