En consecuencia debemos tener varias premisas sobre la mesa:
1) anticipar eventos y construir escenarios, sin espacios para andar desprevenidos. Esta lucha no depende de quién gane las elecciones el 3N en EEUU, de hecho antecede a Trump y Biden. Mal pudiéramos, usar ese referente. Así mismo, sobre los resultados en Bolivia. Como tampoco nos sujetamos en el pasado reciente a Macri en Argentina. Menos aún atenernos a los resultados del cacareado y derrotado fraude del 6D. De hecho eso no cambia, ni incide para nada en mejorar las condiciones de los venezolanos, menos aún la legitimidad del régimen.
Maduro perdió su legitimidad de origen ante la comunidad internacional con el fraude presidencial del 2018, de modo que es imposible recuperarla profundizando la metodología fraudulenta. Y el otro escenario en puerta es el 5E y el cambio de directiva de la AN, previsto constitucionalmente. Roto como está el hilo constitucional, estamos obligados a actuar en consecuencia. Prohibido cambiar de jinete, ni ponernos a aventurar. Debemos acogernos a la continuidad constitucional del artículo 233 y uso de los artículos 333 y 350 hasta que se restituya el estado de derecho en el país. Sin complejos. Lo jurídico tiene que ser escoltado y blindado por una decisión fundamentalmente política.
La realidad nos marca otro elemento a considerar:
2) la organización de la fuerza ciudadana. Esta no será fruto de la generación espontánea; si bien es cierto que los venezolanos a diario protestan y lo hacen de manera legítima conforme a sus prioridades y necesidades elementales, podemos concluir inequívocamente, que la solución final a la tragedia que nos embarga, no está en que el régimen cubra una demanda puntual o focalizada de quienes protestan en algún rincón del país; sino en una respuesta estructural en el cambio de sistema y para ello, pertinente es desplazar al régimen del poder y obviamente sustituir el modelo impuesto desde Miraflores. Y eso se logra con organización.
Sociedad civil, partidos políticos y aliados internacionales; esa es la tríada del éxito que debe actuar articuladamente de modo simultáneo. La clave de esto es confianza, responsabilidad y reconocimiento.
3) El ingrediente para la construcción de la fuerza de todos, es agendar, pactar, acordar denominadores comunes, que nos permitan generar confianza, responsabilidad y reconocimiento mutuo. Las ocasiones las pintan calvas; por eso estimulamos la idea de que no es suficiente salir de Maduro, sino de cambiar de modelo, de que el Plan Pais no puede ser visto como una tarea o agenda de gobierno, sino la égida para abordar el destino de la nación en los próximos 50 años. Un eje de acción que nos permita abordar el caos presente con sentido de urgencia emergente que dé respuestas prácticas a temas que agobian al venezolano común. Que supere la praxis populista por el trabajo decente. Que abandone el modelo vetusto del extractivismo petrominero rentista por la diversidad económica y productiva, como ocurre en los países exitosos en el mundo entero, que ponen el énfasis en la capacidad productiva de su gente y no en la suerte de subsuelo. Tenemos que ser capaces de concebir una República fundamentada en la virtud de sus ciudadanos y no en el fusil de sus uniformados. Debemos concebirnos y sostenernos de manera ecológica y sustentable para ser una nación descentralizada e intolerante a la corrupción. Donde valoremos la institucionalidad y no el caudillo de paso y donde se imponga la justicia como herramienta de uso ante la impunidad.
Italia 19 de Octubre 2020