Llamadas al boicot, campañas en redes sociales y ahora también manifestaciones, pese a la pandemia, llevan a nuevas cotas de tensión el enfrentamiento entre Turquía y Francia, que se está fraguando desde hace meses en varios frentes.
Ankara y París llevan varios días intercambiando comunicados de lenguaje poco diplomático, desde que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, recomendara a su homólogo francés, Emmanuel Macron, hacerse un “control mental” por su “obsesión con el islam”.
La protesta llegó hoy a la calle con una manifestación celebrada este martes en numerosas provincias de Turquía, acompañada de gritos de “Macron, terrorista” y enarbolando un retrato del mandatario francés con la huella de un zapato impresa encima a modo de insulto.
La tensión estalló después de que un joven checheno asesinara en París, el 16 de octubre pasado, al profesor francés Samuel Paty por haber utilizado caricaturas de Mahoma en una clase sobre libertad de expresión.
Las medidas puestas en marcha por Macron para poner coto al extremismo islamista que alienta este tipo de actos han suscitado airadas reacciones del Gobierno turco, que ha denunciado un “ataque al islam” y actitudes “racistas y fascistas”.
BOICOT SIMBÓLICO
Francia llamó el domingo a consultas a su embajador en Ankara y Erdogan subió la apuesta ayer, pidiendo a la ciudadanía un boicot contra los productos franceses, llamamiento que hoy domina la portada de gran parte de la prensa turca.
El ministro de Industria turco, Mustafa Varank, subrayó hoy “el alto valor simbólico” de esta “respuesta al odio, al fascismo y la islamofobia”.
“Creo que también mostraréis la adecuada sensibilidad a este llamamiento de nuestro presidente”, dijo Varan en una alocución en la cámara de comercio de la ciudad de Sakarya, sin oficializar la medida.
“MAHOMA, TE QUEREMOS”
Algunos dirigentes han evitado, sin embargo, convertir el conflicto en un choque entre religiones y han tenido cuidado de subrayar que se trata de ataques contra “valores sagrados” que deben preocupar igualmente a cristianos y judíos.
Los portavoces de la manifestación de este martes, convocada por el sindicato de funcionarios Memur-Sen, uno de los mayores del país y cercano al Gobierno del partido islamista AKP y a Erdogan, prefirieron hablar de “valores sagrados” y “humanidad”, si bien el acto terminó con el grito “Mahoma, te queremos” y fórmulas islámicas.
“Al atacar las religiones de las personas en nombre de la libertad de expresión, al proteger unas caricaturas dibujadas con una mentalidad terrorista, Macron es un socio del odio y el terror”, dijo el dirigente sindicalista local Talal Yavuz.
En declaraciones a Efe, Yavuz aseguraba no ver “relación entre la política de Estado contra el islam” en Francia y el asesinato del profesor, que condenó subrayando que “toda vida es sagrada”.
LIBIA, GRECIA, ARMENIA
Pero el choque diplomático de esta semana solo es el último paso en una cadena de enfrentamientos geopolíticos que empezó en primavera alrededor de la guerra civil de Libia.
Turquía mantiene desde enero un contingente militar en Trípoli para fortalecer el Gobierno de Fayez Al Serraj, único reconocido por la UE y Naciones Unidos, mientras que Francia ofrece respaldo diplomático y posiblemente militar al general rebelde Jalifa Hafter.
En el pulso que Turquía mantiene con Grecia y Chipre por la búsqueda de gas en el Mediterráneo Oriental, Francia ha intervenido del lado de Atenas enviando buques de guerra y cazas para maniobras.
Y finalmente, Macron ha sido el único líder europeo que ha tomado públicamente partido por Armenia y contra Azerbaiyán en la guerra por Nagorno Karabaj en la que Ankara apoya rotundamente a Bakú.
Políticos del AKP, influyentes periodistas y centros de análisis llevan meses propagando la imagen de Francia como “potencia colonialista” y difundiendo listas de “masacres, genocidios” perpetrados por París desde 1793, pasando de Vietnam a Senegal, Chad, Argelia o Ruanda e incluyendo la “misión cristiana” en África entre estas fechorías.
La imagen de Macron con el mayor enemigo del islam se está así solidificando en gran parte de la opinión pública turca. EFE