El Papa Francisco describió el miércoles la pandemia del COVID-19 como una estricta “señora” supervisora que debe ser obedecida, aunque ni él ni sus colaboradores más cercanos llevaron mascarillas durante su audiencia general.
Al comienzo de la audiencia bajo techo, Francisco pidió perdón a la gente por no bajar desde el escenario de mármol.
“Me quedaré aquí. Me encantaría bajar y saludarlos a todos, pero debemos mantener la distancia”, dijo a una multitud de varios cientos de personas, casi todos con mascarillas.
“Si bajo, la gente formará grupos de inmediato (…) y esto contraviene el cuidado y las precauciones que debemos tomar ante esta señora llamada COVID, que nos está haciendo tanto daño”, agregó.
El Papa y la mayoría de sus ayudantes y traductores en el escenario no llevaban mascarillas. Los guardias suizos y los fotógrafos oficiales sí las llevaban, pero los obispos y sacerdotes que saludaron al pontífice se las sacaron cuando se acercaron a él.
En los últimos días han dado positivo por COVID-19 13 guardias suizos y un residente de la casa de invitados en la que vive el Papa.
El religioso argentino, a quien se le retiró parte de un pulmón por una enfermedad que tuvo cuando era joven, ha recibido muchas críticas, sobre todo en las redes sociales, por no llevar siempre mascarilla en público.
En una videoconferencia con periodistas el martes, el padre Augusto Zampini, miembro de la comisión del Vaticano establecida por el Papa para aconsejarle sobre los efectos sociales de la crisis, dijo que “estamos intentando convencerle, estamos casi ahí”.
Reuters