Con el pretexto de erradicar la corrupción está ‘matando’ a la clase media, que, en cualquier nación, es el motor de su demanda interna, al ser quienes tienen los recursos para consumir y aspiran a elevar su bienestar.
En la clase media se encuentra la mayoría, pues existe una alta concentración de la riqueza y mientras tenemos un 20 por ciento de la población en la pobreza, hay unas cuantas familias con grandes capitales.
Con la última información del Inegi, podemos darnos una idea. La percepción promedio es de alrededor de 17 mil pesos mensuales; sin embargo, está sesgada por la disparidad social. Si tomamos en cuenta la distribución por grupos de ingreso, 20 por ciento de la población que se encuentra a la mitad, sus entradas son de apenas 11 mil pesos mensuales.
El país sigue siendo de jóvenes y retrasar el crecimiento es equivalente a complicar su incorporación al mercado de trabajo, generando una carga excesiva sobre la familia. Es decir, López Obrador empobrece a la clase media.
En un entorno global, la incertidumbre provocada por la actual administración conlleva a que la inversión se dirija a otras zonas, en lugar de México. Para muestra, ocupamos el sitio 104 de 128 naciones, en respeto al Estado de derecho.
Buscar hacer una cuarta transformación en un sexenio en donde la adversidad de la pandemia dificulta la maniobra del gobierno, está rallando en la locura. Proyectos que podrían haber tenido lógica en algún momento, no la tienen hoy, como el desbaratar el aeropuerto de Texcoco para hacer otro en un lugar inviable; construir un tren maya que parece una idea porfirista; el fortalecimiento de una empresa pública chatarra; avanzar en un esquema energético basado en le petróleo, cuando el mundo gira hacia las fuentes renovables y aquí se obstaculiza. Ah, y la reciente novedad: querer desaparecer el outsourcing, en lugar de regularlo.
Me queda claro que debemos sacar a muchos mexicanos de la pobreza; lo que no veo es cómo podrá llevarse a cabo con una política económica del ‘sin sentido’.
@albertotovarc
Este artículo se publicó originalmente en El Financiero el 30 de octubre de 2020