Según la encuesta en referencia, los partidos políticos no están en su mejor momento. Eso es una realidad. La adhesión al chavismo suma al 12% mientras que la oposición recibe un respaldo de 23%. Lo relevante es que el 62% de los entrevistados se ubica como no alineado, pero con la característica que la inmensa proporción de ese 62% rechaza la gestión de Maduro. A la pregunta sobre una eventual elección presidencial cerca del 80% votaría en contra de Maduro si fuese candidato. Estos son los números fundamentales. Ello refleja la caída abrupta de una fuerza que concitó el entusiasmo del pueblo venezolano, cuando Chávez era, primero candidato y después presidente, claro está apoyado en un ingreso petrolero gigantesco. Estas cifras abren un enorme espacio para articular una fuerza política con vocación popular, que le hable a la inmensa mayoría de los venezolanos, creando una opción de cambio en favor de todos, pero principalmente de aquellos en situación de pobreza que actualmente comprenden a más del 90% de los venezolanos. El principal desafío de quienes luchamos por el cambio es conformar una propuesta viable, comprensible, con anclaje popular para lograr el respaldo de la mayoría del país, actualmente arruinada por el modelo del socialismo del siglo XXI.
Pero también para un sector del chavismo es propicia la ocasión para procurar rescatar al PSUV, ahora secuestrado por una cúpula profundamente corrompida y que ha hecho de ese partido una especie de franquicia personal y familiar y que lo transformó de mayoría en minoría. Si el chavismo quiere permanecer debe mutar hacia una formación política democrática, que hoy no es.