Cuando analizamos los efectos del modelo económico en las desmejoras sociales así como en la caída del producto interno bruto observadas, se hace evidente que están relacionadas no sólo numéricamente sino también en sus causas y efectos.
VICENTE BRITO
Desde el inicio de la aplicación del modelo económico nombrado socialismo siglo XXI, donde la mayor parte de las empresas agrícolas, pesqueras, industriales, etc. Fueron tomadas, expropiadas, ocupadas o invadidas. Allí, comenzó la caída del producto interno bruto PIB, fue desde el año 2005 cuando se aceleró la puesta en marcha de este programa, cuyos efectos fueron casi inmediatos en niveles de caída de producción, al sustituir a los propietarios y gerentes privados por funcionarios públicos, la mayoría sin la necesaria experiencia para la conducción de ese inmenso grupo de empresas que pasaron al control del gobierno, muchas de ellas de vital importancia como Electricidad de Caracas que cubría la demanda de la Gran Metrópoli, Séneca en Margarita, cementeras, Sidor, Venalum, estas eran exportadoras de productos terminados hoy se exporta hierro y aluminio sin procesar, las atuneras nos habían colocado en el quinto lugar del mundo en producción de atún, hoy se importa mayoritariamente ya procesado en otros países, igual sucedía con el café y azúcar donde algo se exportaba, hoy se importa el 60% del consumo. Cualquier empresa privada que resultó afectada por el programa siglo XXI, hoy produce muy poco y algunas están abandonadas así como la mayor parte de las fincas, hatos y haciendas tomadas, la mayoría sin ningún pago a sus legítimos propietarios.
Los efectos en la caída del producto interno está directamente relacionado con la aplicación de este modelo estatizador, el cual con el aumento de los precios del petróleo se logró cubrir con el PIB petrolero la caída del PIB agrícola e industrial. Pero al disminuir los precios y la producción petrolera se redujo en más de dos millones de barriles, el producto interno bruto disminuyó un 75% en los últimos 5 años.
Los efectos en las desmejoras sociales son evidentes al este conglomerado empresarial que era privado y que pasó a manos públicas, el esfuerzo financiero de mantener las pérdidas de estas empresas se convirtieron en inflación, al tener que ante la baja de los ingresos fiscales por reducción de los ingresos petroleros, se utilizará monto crecientes de financiamiento del Banco Central para cubrir el déficit empresarial público. Lo cual se refleja en una disminución muy preocupante del salario, con caída del consumo, familiar y aumento de 60% en los niveles de pobreza con sus preocupantes efectos en calidad de vida.
Los distintos anuncios efectuados del cambio de modelo económico no han sido llevados a cabo, lo que sí se ha desarrollado es la aplicación un sistema de distribución de alimentos para mejorar el consumo familiar, que tampoco ha cubierto las expectativas populares.
Podemos considerar que la política anunciada de hechos cumplidos en soluciones a las necesidades familiares, se convirtió en promesas incumplidas. Se puede observar en nuestras ciudades, pueblos y caseríos a lo largo y ancho del país donde la paralización de estas actividades empresariales públicas que eran privadas y eran las principales fuentes de producción y empleo ha tenido grave impacto en la complejidad social que nos afecta. Se hace necesario lograr cambios de rumbos que definan no sólo esperanzas pero sí realidades a la brevedad ya que nuestra población lo pide a gritos. Las posibilidades de desmontar esta complejidad empresarial pública luce trabada por el mantenimiento de decisiones políticas ideológicas que no aceptan la vuelta a los propietarios privados de sus empresas, prefiriendo sostener los crecientes niveles inflacionarios que nos empobrecen día a día para cubrir las costosisimas pérdidas del sistema económico público, cuyo montos ya superan el financiamiento del gasto social. ¿Esperanzas? ¿Donde?