Estas consideraciones surgen a propósito del recién cumplimiento de sesenta y dos años de la firma del “Pacto de Punto Fijo”, al establecer una comparación con la gestión del régimen actual, ya que lleva más de la mitad del tiempo que ejercieron los gobiernos de la era democrática. Los voceros del oficialismo constantemente denuestan del mencionado pacto, lo pregonan mientras su nefasta administración no tiene parangón con las realizaciones de la conducción durante la República Civil.
En los últimos veinte años en materia de infraestructura no se ha realizado una obra que pueda considerarse emblemática, al contrario la inexistencia de mantenimiento y la corrupción,han deteriorado gravemente las ya existentes en áreas claves; tal es el caso de la industria petrolera, y del sector eléctrico para solo mencionar dos ejemplos.
El discurso lo han centrado en la supuesta atención a las políticas sociales y la defensa de los sectores más desvalidos, sin embargo, el aumento de la pobreza y de la desnutrición ha alcanzado cifras verdaderamente alarmantes, tal como lo ha demostrado la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), reflejando imágenes dramáticas de la realidad, donde se establece que el 96% de los hogares están en situación de pobreza y el 79% en pobreza extrema. Igualmente, la encuesta revela que cerca del 21% de los niños menores de 5 años se encuentran en riesgo de desnutrición y el 8% está desnutrido.
La nefasta política económica nos ha conducido a dos años de hiperinflación, reduciendo el bolivar a un valor nominal insignificante y en la práctica convirtiendo el dólar en la moneda oficial.
Los pilares de las pretendidas políticas sociales eran las misiones, las más importantes han experimentado un progresivo deterioro, los módulos de la Misión Barrio Adentro en su mayoría no están en funcionamiento y es ostensible la precariedad de los servicios hospitalarios y de salud, agravados por la existencia de la pandemia.
La ” Gran Misión Vivienda” es la de mayor visibilidad, aunque el régimen exagera las cifras en materia de construcción y magnifica las virtudes de su realización.
Las cajas o bolsas CLAP, ahora las denominan “complemento alimenticio”, cada vez traen menos productos, desmejorando la calidad, no contienen proteínas y está compuesta principalmente por carbohidratos.
En materia de seguridad social, el régimen señala como su principal logro una cifra superior a los 4 millones y medio de pensionados. Obviando que los 400.000 bolívares del monto de la pensión, equivale a menos de un dólar mensual en una economía hiperinflacionaria.
El discurso oficialista está totalmente alejado de la realidad, repiten que “en la cuarta república se comía perrarina” o que tenemos la principal reserva petrolera del mundo, pero anuncian que nos queda gasolina solo para veinte días. Lo peor es que es una acción consciente, el dibujar un panorama casi idílico de recuperación económica y de superación de la inflación. La inmensa mayoría sobrevive a otra realidad. Recientemente la opinión pública fue conmovida por una muy lamentable tragedia: la muerte de dos hermanos pensionados por desnutrición. La dama era jubilada del Ministerio de la Defensa y ambos solo percibían la exigua pensión y la bolsa del CLAP. Esa tristísima y dramática evidencia demuestra la situación por la que atraviesan los pensionados que no disponen de otro ingreso. Constituye un llamado a la reflexión, un reclamo a la solidaridad y un refuerzo la necesidad del cambio político.