Nadie creería que una pujante potencia petrolífera y gasífera como era Venezuela regresa a la prehistoria de las cavernas donde sus habitantes tienen que talar árboles para poder cocinar a leña, pero lo peor es el impacto nocivo del humo para las enfermedades respiratorias en plena pandemia del coronavirus y el daño ambiental causado por la deforestación indiscriminada.
Ludmila Vinogradoff // ABC
La falta de gas se suma a la escasez de gasolina, luz, agua, comida, medicina o teléfono, problema que ha hecho retroceder unos cien años al país, siendo el octavo productor mundial de gas.
En zonas residenciales de Puerto Ordaz, estado Bolívar, al sur de Venezuela, organizaciones ambientalistas han denunciado la tala de árboles de eucaliptos y pinos para la venta de leños para cocinar. En el este del país, como Anzoátegui, Monagas y Sucre, ocurre otro tanto. También en el estado fronterizo del Táchira han llegado denuncias a ABC sobre la deforestación de cabeceras de ríos para obtener madera para cocinar.
La falta de gas, que dura entre 4 y 5 meses, no solo se observa en el interior donde hacen largas colas para conseguir una bombona (garrafa) de butano, sino en las grandes ciudades y en la capital. En Caracas ya se ven en los balcones chimeneas de humo pero no de barbacoas sino de fogones para preparar el café y las arepas del desayuno.
Obligados a talar árboles
A finales de octubre el jefe de la REDI (comando militar) de Los Andes, mayor general Ovidio Delgado Ramírez, sorprendió a todos al anunciar una «campaña para repartir leña a la población», lo que sonó más bien a burla.
«En estas represas hay gran cantidad de árboles que arrastran las aguas de los ríos, que sabemos que cuando viene la época de lluvia, el torrente es un poco más fuerte. Ayer empezamos a cortar todos esos árboles y vamos a iniciar una campaña con nuestros compañeros representantes políticos, para repartir leña a las personas. Hay que ir buscando soluciones», expresaba Delgado en su polémico vídeo.
El gas está asociado a la producción de crudo. De unos 3,3 millones de barriles que producía hace 20 años, ahora se producen apenas unos 330.000 barriles. Venezuela era la octava productora mundial de gas. Con su corrupción, el chavismo ha fracaso en la recuperación de la industria petrolera nacional y en la refinación de gasolina, teniendo las reservas más grandes del mundo. Con estas riquezas en el subsuelo, los venezolanos se ven forzados a talar árboles para exponerse al peligro de cocinar a leña y a la desertificación de la tierra.
Muchos niños jugando a la fogata se han quemado y muchas mujeres se han asfixiado con el humo de los fogones. Deben mantener el fuego encendido por falta de cerillas. Y la tierra se está quedando desierta. Tampoco pueden comprar cocinillas eléctricas por los apagones intermitentes.