El 20 de marzo del 2020, Argentina decretó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio a causa de la pandemia originada por el COVID-19. A partir de allí se fueron tomando distintas medidas sanitarias para tratar de evitar que los efectos de la misma sean de la magnitud ocurrida en otros continentes. El factor epidemiológico, el principal de todos, es el que se debe abordar con premura, pero el neurológico, como otros tantos más, dejan secuelas en la sociedad. La pérdida de memoria es una de ellas.
Por infobae.com
La falta de socialización y la ansiedad se presentan como dos disparadores para detectar este tipo de trastornos. Así lo señala el médico neurólogo y psiquiatra Luis Ignacio Brusco (M.N. 76152) en diálogo con Infobae. El mal de Alzheimer y la falta de atención son señales que alertan antes este tipo de alteraciones y que deben ser atendidas.
– ¿El confinamiento contribuye a la pérdida de la memoria? ¿Y la falta de socialización?
– ¿La ansiedad es otro factor?
– La ansiedad puede ser una de las causas importantes que afecte el trastorno de incorporación de la memoria, fundamentalmente, la ansiedad altera la atención y la atención es la función necesaria para incorporar la información. Hay una delgada línea fina entre atender y luego grabar la primera información en lo que se llama “memoria de trabajo”, “work memory” o “memoria inmediata”, para luego consolidar esa memoria consciente. Por lo cual, todo grado de ansiedad va a afectar la función de memoria en forma fisiológica. Esto de por sí, en pacientes que tienen problemas de memoria, tiende a ser mucho más problemático.
– ¿Es posible detectarlo precozmente?
– Esto difiere entre adultos mayores de 60 años -hay que descartar personas que durante toda la cuarentena no estuvieron observándose- si tienen antecedentes de enfermedades memoria, como el Alzheimer. En ese caso, los adultos mayores tienen que consultar a su neurólogo, psiquiatra o geriatra. Es un punto central, fundamentalmente a esa edad y si hay antecedentes familiares. Muy probablemente, la mayoría de las personas no tenga un trastorno grave, sino que sea consecuencia de la ansiedad, de la falta de sueño o de la falta de atención. Con respecto a las personas jóvenes, en realidad no genera ningún riesgo grave el tener problema de memoria de joven, excepto la dificultad subjetiva, pero si puede ser un síntoma que esté asociado a cuestiones más complejas como puede ser un trastorno de ansiedad importante o incluso depresiones. Por lo cual, si hay trastorno de memoria, puede estar asociado con otro tipo de cuestiones psiquiátricas o psicológicas en los adultos jóvenes. En los adultos mayores, el punto pasa por otro lado y puede existir a partir del estrés que sufrieron y la falta de estimulación, un desencadenamiento más rápido del tipo de enfermedades como el Alzheimer. Un último punto tiene que ver con las personas que sufrieron COVID-19. Estamos en un estudio internacional de neuropsiquiatría para COVID-19 que tiene que ver con la posibilidad de estudiar las patologías cognitivas de los pacientes tanto jóvenes como adultos mayores post COVID-19. Donde se ve la famosa instancia de nube cognitiva, decaimiento, apatía, bastante frecuentemente, más allá de algunos pacientes que han sufrido ya impactos neurológicos directos sobre el sistema nervioso. Esto está en estudio y durará un año.
– ¿Qué puedo hacer para trabajar la memoria y los recuerdos?
– Podemos decir que dentro de estos dos grupos habría dos situaciones. Uno, las personas que tienen trastornos cognitivos o las personas que son adultos mayores. En general estamos recibiendo muchos pacientes con trastornos de memoria, que ya tenían un antecedente o las personas mayores que empiezan a sentir algún trastorno. Esto tiene que ver con la falta estímulos en pacientes que estaban con alteraciones o también podría ser que los adultos mayores tienen cuadros de ansiedad que alteran fuertemente el cuadro de atención. Por lo cual, los ejercicios normales de memorias convencionales pueden ser indicados, pero siempre sin estresarse y que no sean sobrecargados. Porque a veces la sobrecarga de crucigramas o sudoku, puede ser hasta contraproducente. Va a tener una actividad cotidiana normal, salir, pasear, pero siempre cumpliendo los protocolos y con los cuidados, pero tener alguna actividad que estimule el sistema nervioso.
El otro punto tiene que ver con mantener la luz solar, en el sentido de incorporarla para poder tener un buen ejercicio de sueño. El ritmo de sueño es muy importante para que la memoria funcione. Muchas veces el retrato de la memoria, además de ser consecuentes de la alteración neurológica o de los cuadros de ansiedad, se da en las personas que duermen incorrectamente, cuestión muy vista actualmente en la pandemia. Y otro punto para las personas jóvenes y los adultos mayores sin trastornos cognitivos, es el término fluidez. Tiene que ver con el reposo cerebral, que es mantener en piloto automático el cerebro en forma consciente. Por ejemplo, cuando meditamos, vemos una película, miramos por una ventana sin pensar en demasiadas cosas o cuando se reza, eso se llama fluidez. Es muy importante que se mantenga esa funcionalidad. Esto hace que la persona pare la actividad del sistema nervioso activo consciente para entrar en un proceso neurológico de fluidez. Es en este caso se activa una parte del cerebro que se llama precúneo, que es una parte interna del lóbulo parietal, que lo que hace es reposar al cerebro y que este descanse. Esto produce mayor funcionalidad, mayor capacidad de memoria y de creatividad.
Entrevista: Marco Diz