Una pared del salón ya está llena de trofeos. En la otra hay un kart de competición. A sus 17 años, Wallace Martins empieza a despuntar en los circuitos de Brasil, mientras busca mil formas para financiar su carrera. De origen modesto, se le conoce en la pista como el “Hamilton de la Favela”.
Este joven piloto de Brasilandia, en la periferia norte de Sao Paulo, está decidido a superar la desigualdad crónica que vertebra el país que vio nacer a Emerson Fittipaldi, Nelson Piquet y Ayrton Senna, uno de sus grandes ídolos junto con el heptacampeón británico.
Habla con una madurez impropia de su edad. La adversidad le ha obligado a saltarse etapas; a estrujarse los sesos, él y su familia, para lograr subsistir en un deporte extremadamente elitista.
Wallace, piloto de Fórmula Vee (FVee) desde el año pasado, el único negro en el circuito, parece haber encontrado la receta para mantener vivo su sueño de alcanzar la Fórmula Uno: un talento innato y mucho sacrificio.
“A comienzos de año hubo dos pruebas en las que no conseguí participar por falta de presupuesto”, afirma en una entrevista con Efe en la casa de sus padres, en Brasilandia, uno de los distritos más pobres de Sao Paulo y de los más castigados por el coronavirus.
EL ORIGEN DE SU AFICIÓN POR EL MOTOR
Wallace nació el 12 de mayo de 2003. Se empezó a interesar por el automovilismo de niño. Hasta entonces nadie de su familia había mostrado el menor interés por la disciplina, pero con diez años ya estaba subido a un kart en una pista de interior.
El gerente del kartódromo se fijó en él y le invitó a un campeonato amateur, cuyo premio era conocer la categoría profesional y hacer un test en el mítico circuito de Interlagos.
De 42 inscritos, él era el único menor de edad. Acabó en segundo lugar. Pasó la prueba en el trazado paulista y a partir de ahí comenzó a competir. La destreza en el volante la tiene; el problema es la “grana”, término popular en portugués para referirse al dinero.
Helena, su madre, trabaja como conductora de autobús escolar, actividad parada desde marzo por la crisis de la covid-19, y Anderson, su padre, como electricista en el metro.
“Este deporte, aquí en Brasil, es prohibitivo, principalmente para la gente de la periferia. Los que consiguen mantenerse son dueños de empresa y así. La Fórmula Vee es la categoría de valor (económico) más bajo y aun así siempre es difícil mantenerse”, explica el joven.
“Mi familia siempre está vendiendo camisetas mías y haciendo campañas para recaudar fondos para pagar el valor de la inscripción”, añade.
Para poder participar en una etapa de Fórmula Vee -que incluye dos carreras- es necesario pagar 2.000 reales (375 dólares) de inscripción y otros 6.000 reales (1.125 dólares) por alquilar el monoplaza. Algunos pilotos de la parrilla, o sea, sus rivales en pista, y la propia categoría también han contribuido a la causa.
La Fórmula Vee está presente en 14 países y comenzó a ser disputada en Brasil en 1967. Fittipaldi fue el primer campeón de la categoría en el país. Después se fue a Europa hasta alcanzar la F1, donde ganó dos títulos.
Pero Wallace se vale además de su ingenio para continuar con el pie en el acelerador.
“Muchas veces los pilotos tiran los neumáticos cuando están medio desgastados”, pero “yo me paso por el kartódromo y los aprovecho para conseguir hacer un entrenamiento”, indica.
Un juego de gomas de kart cuesta entre 800 y 1.000 reales (150-190 dólares) y duran apenas una carrera de 25 minutos, según el joven piloto.
Igualmente, algunos colegas le ayudan financieramente para conseguir aceite y gasolina. “Que no es gasolina común, tenemos que usar una premium, que es la más cara del mercado”, remarca.
RESULTADOS BRILLANTES CON POCOS RECURSOS
En 2019, su primera campaña en la FVee Júnior, se quedó fuera en tres de las nueve etapas realizadas, es decir, no disputó seis de un total de 18 pruebas, por la falta de recursos económicos, aunque ello no le impidió proclamarse subcampeón.
En la clasificación general del Campeonato Paulista, quedó en sexto lugar, sumó dos segundos lugares y conquistó su primera victoria en la categoría en la última etapa del año. Fue entonces cuando los mecánicos le apodaron el “Hamilton de la Favela”.
“Había empezado desde la última posición y acabé ganando la carrera. Cuando llegué a los boxes, los mecánicos me dijeron que era el ‘Hamilton de la Favela’ por el hecho de venir de la periferia y ser uno de los pilotos más oscuros de piel en la Fórmula Vee”, expone.
“Me gustó mucho el apodo porque me están comparando con un maestro”, dice Wallace del vigente campeón de la Fórmula Uno, al que agradece el apoyo que brinda a las personas de “raza negra” y de “baja renta”.
Este año se ha superado pese las dificultades. Ha ganado cuatro de las últimas cinco pruebas y en la otra quedó segundo. Actualmente es el cuarto clasificado y en la categoría júnior tiene el título en el bolsillo, con ocho triunfos en catorce pruebas. Este domingo se celebrará la etapa decisiva en Interlagos.
Aunque Wallace tiene un plan B. Su primer objetivo es ser piloto, pero sin abandonar los estudios. El año que viene pretende hacer un curso de mecánica automotriz y en el futuro quiere estudiar ingeniería en la facultad.
“Quiero aprender todo sobre vehículos”, asevera. Sus padres no podrían estar más orgullosos.
“Wallace es un campeón en la vida por ser un muchacho de periferia, en un ambiente donde nadie habla de automovilismo, sin parientes que sean pilotos. Está en su sangre. Tiene potencial y muestra resultados. Es un orgullo para todos nosotros”, afirma su madre.
EFE.