Creadas en un tiempo récord gracias a inversiones millonarias, las vacunas presagian un regreso a la normalidad en Europa y Estados Unidos, pero no se debe olvidar al resto del planeta, advierte una importante fundación que financia la investigación epidemiológica.
“Estoy muy preocupado”, admite Frederik Kristensen, el número dos de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI).
“Si se ven imágenes en todo el mundo que muestran a los habitantes de los países ricos vacunándose mientras no ocurre nada en los países en desarrollo, es un problema muy, muy grande”, asegura.
Fundada en Oslo en 2017 para dar una respuesta común a amenazas epidémicas como el Ébola, la CEPI tiene un papel importante, pero desconocido, en la lucha contra el covid-19.
Con donaciones de Estados, acciones filantrópicas como la Fundación Gates y donantes individuales o comerciales, esta coalición otorgó 1.100 millones de dólares para financiar el desarrollo de nueve proyectos de vacunas contra el virus, incluyendo el estadounidense Moderna y el británico AstraZeneca.
“Es realmente importante concentrarse en la investigación y el desarrollo del mayor número de proyectos, ya que el mundo necesitará muchas vacunas para controlar de verdad este virus”, afirma Kristensen en una entrevista con la AFP el viernes.
El inicio de las campañas de vacunación es una cuestión de días en el Reino Unido, y de semanas para Europa y Estados Unidos, pero para el resto del planeta, hay más interrogantes.
– Distribución con motos –
Covax, un mecanismo internacional implementado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que negocia con los laboratorios un acceso equitativo a las vacunas, ha prometido cerca de 2.000 millones de dosis, asegura Kristensen.
“Pero, gran parte de esas dosis son todavía hipotéticas en el sentido de que no tenemos todavía los resultados definitivos” sobre la eficacia de las vacunas, precisa.
Dos de las vacunas más avanzadas, la de Pfizer/BioNTech y Moderna, utilizan una tecnología que necesita un almacenamiento a una temperatura muy baja: -70 °C para la primera, -20 °C para la segunda.
¿Cómo distribuirla en los países tropicales?
“Para algunos países y algunos segmentos de la población, es posible pero muy difícil. Hemos estado en lugares donde, para el transporte, el último kilómetro es en una moto”, cuenta Kristensen.
“Tenemos que pensar en la próxima ola de vacunas. Lo ideal sería tener vacunas de una dosis, con efectos a largo plazo, productos de bajo coste, disponibles en todo el mundo. Así que el trabajo no está para nada acabado”, señala.
– Los antivacunas se resignarán –
Kristensen afirma que entiende las reticencias de una parte importante de la población frente a unas vacunas desarrolladas en un tiempo récord, pero esta desconfianza desaparecerá con el tiempo, según él.
“Es evidentemente una preocupación que se puede entender: las cosas han ido tan rápido que algo podría ocurrir”, dice.
“Pero cabe recordar que estas vacunas han sido probadas en decenas de miles de personas y creo que, a medida que se vayan introduciendo, la gente estará más convencida de que es la mejor forma de protegerse, a sus seres queridos y a las otras personas”, estimó.
Estas vacunas nos acercan al final del túnel pero, ¿cuándo volveremos a una cierta normalidad?
“Es muy importante ser un poco pacientes porque ahora estamos todos muy optimistas (…) pero lo que sabemos es que estas vacunas evitan los casos graves, pero no es seguro de que eviten la transmisión del virus”, advirtió.
“Pero si podemos vacunarnos todos, creo que se puede pensar en una vida normal en 2022, al menos”, concluyó.
AFP