El estudio más completo del genoma del asno ha aportado nuevos datos sobre su evolución, como por ejemplo que su proceso de domesticación se inició en el Noreste de África, probablemente en Egipto, hace 6.000 años y que un número reducido de machos contribuyó de forma importante al resto de generaciones.
El estudio, liderado desde China y en el que han tenido una participación destacada científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG), ha revelado que la preferencia humana por asnos con coloración intensa del pelaje -negros y castaños- favoreció la selección sobre un gen que tanto en estos animales como en los caballos regula la pigmentación.
El trabajo, que publica la revista ‘Nature Communications’, es el estudio de genética poblacional más exhaustivo hecho hasta ahora sobre los asnos, según los investigadores de la UAB Jordi Jordana y Marcel Amills, y la investigadora del CRAG Antonia Noce.
La investigación ha analizado los genomas completos de 126 asnos domésticos de Europa (España, 6 razas), Asia (China, Irán, Kirguistán), África (Egipto, Kenia, Etiopía y Nigeria), y Oceanía (Australia) y de otros 7 asnos salvajes (3 hemionus, 1 onager, 2 kiang y 1 somalí).
Los resultados confirman un estudio previo hecho en 2004 solo a partir de ADN mitocondrial (heredado por vía materna) de que el asno fue domesticado en el Noreste de África y que su ancestro sería el asno salvaje africano (Equus africanus) y no el asiático (Equus hemionus).
Según los investigadores, el centro primario de domesticación más plausible, con la información genética y arqueológica disponible hasta la fecha, sería Egipto.
El estudio distingue dos linajes genéticos que se separaron hace unos 6.000 años: los asnos de la África Tropical (Kenia, Etiopía, Nigeria) y los del Norte de África y Eurasia (Egipto, España, Irán, Kirguistán y China).
“Los asnos ibéricos pertenecen a este segundo grupo, tienen mayor afinidad con la subpoblación de Egipto y son diferentes a los asiáticos”, ha destacado Jordana.
Un tercer grupo diferenciado de los dos anteriores es el de Oceanía, representado por Australia.
Según los investigadores, esta diferenciación se debería al limitado número de ejemplares transportados por los colonizadores británicos hace unos 200 años, por los efectos de un aislamiento geográfico prolongado y elevada deriva genética.
Sin embargo, con quien muestra una mayor afinidad genética la población australiana es con la población española, hecho que evidencia su origen europeo ancestral.
En cuanto a las razas españolas, el estudio “corrobora la marcada ascendencia común de las razas Andaluza y Majorera de Canarias, perfectamente diferenciadas en todos los análisis, de polimorfismos autosómicos, DNA mitocondrial y cromosoma Y, de las otras razas de pelaje negro de España (Catalana, Balear, Zamorano-Leonesa y Encartaciones del País Vasco)”, según Jordana.
El estudio revela, contrariamente a lo que se creía hasta ahora, que existió un sesgo reproductivo significativo, fruto del proceso selectivo que tuvo lugar durante o después de la domesticación.
“La variabilidad del cromosoma Y del asno es bastante baja, lo que sugiere que, históricamente, como ya se había demostrado en el caballo, un bajo número de sementales fueron usados de forma muy intensiva como reproductores, apareándose con numerosas hembras”, ha destacado Amills.
Los investigadores también han estudiado la huella de la selección sobre dos patrones de pigmentación diferenciados en los asnos: el patrón Dun, más ancestral, caracterizado por una fuerte dilución de la pigmentación -estos asnos son grises, cobrizos, loberos o ratoneros-, y el denominado no-Dun, en que no existe esta dilución de coloración y los asnos mantienen una pigmentación más intensa y los pelajes básicos negros y castaños.
La investigación ha descubierto que una mutación en el gen TBX3 es la responsable de la coloración no-Dun en el asno. EFE