Ya comentamos el horroroso espectáculo de la semana pasada, que es un retrato fiel de las tiranías. Y así es la historia de estos regímenes que han accidentado los valores de la libertad.
La importancia de la llamada consulta popular, es que destaca varios atributos que nos traslada a escenarios inquietantes, como los que genera la política, cuando se practica con mirada amplia, sólida y tranquila.
La paz, la justicia social, el bien común, necesita sosiego para su conquista. Es notorio que muchos críticos de los impulsores de esta iniciativa, la han examinado con luces altas, como corresponde, cuando las ideas comienzan a rodar, incluso en búsqueda de su mejoramiento.
La visión tradicional está agotada y ese cansancio de margen utilitarista, de frases vacías e insultantes, no convenció en aquel remedo de comicios solitarios, de ceremonia bufa y palabras huecas, resecas, como si llevaran por dentro un áspero verano.
Se ha demostrado un trabajo no ultrajante ni desafiante, que ofreció arraigo en sus contextos locales y fuertes caminos en las conexiones globales, tan importantes en un mundo que discute, piensa, corrige, propone y se equivoca. Ese es el contexto en el que los venezolanos queremos vivir, cansados del abuso y la querella. La consulta ha retomado el mundo de la política y eso a mi manera de ver es lo más importante. Inteligentemente se mostraron en pocos días las dos visiones y es una gran oportunidad para los grandes grupos poblacionales de analizar, el camino por el cual quieren que transite su futuro.
Se ha mostrado por un lado el viejo concepto de vanguardia política, superado ya en el mundo de las redes y la interconexión y por el otro el principio de horizontalidad y democracia real que incluye principios ausentes en nuestra diatriba política: la diversidad, la pluralidad y la deliberación.
Venezuela silenciosa, inactivó la vieja manera de hacer política, que se basa en la violencia, el desafío irracional con la fuerza, la mentira, sin autoridad moral, el irrespeto a las ideas por la sed de poder pérfida e insaciable.
Ha llegado la gran oportunidad para que el liderazgo- que está demostrando nuevas formas de ver el mundo- profundice y rehabilite el lenguaje al servicio de la transformación, deje abierto el espacio para la reflexión, que también permite buscar un contenido a la unidad política.
Ahondar en el trabajo de construcción de las nuevas relaciones sociales, que se distingue de los efectos culturales basados en la adicción por el dinero mal habido, siendo esa la razón principal del régimen. Paramo Ortega en su texto “dinero y adicción”, hace referencia al desastre social de ese enriquecimiento, donde despunta el narcotráfico como la vía más rápida para ser “poderoso” en el menor tiempo posible.
En este escenario, las fuerzas opositoras ganan un nuevo protagonismo; reevaluar, comprender los movimientos sociales actuales en el país, trazar acciones y propuestas políticas, han levantado profusamente las diferencias entre los que usufrutuan el poder a su favor y bajo ideologías perversas y quienes luchan por una Venezuela justa, equitativa y democrática. Puertas abiertas a este movimiento que transita con las ruedas del futuro y dentro de los principios éticos.