La otra gran verdad es que José María Gallegos, Felipe Tamaríz, Dionisio Torres, Francisco Isnardi y Juan Vicente Salías, todos médicos venezolanos, no le acompañaron porque habían caídos en combate y fusilados, mucho antes de la gravedad del caraqueño.
Quien nunca anduvo con tapujos de sus achaques, fue Rafael Urdaneta. Acompañó con Bolívar hasta el final y fue presidente de la Gran Colombia. Enviado a España para las ratificaciones del Tratado de Paz; se agrava de sus padecimientos renales, circunstancia que le obliga su traslado a París y allí muere.
Alejandro Prospero Reverend, desde San Pedro Alejandrino, emitió el parte médico a la una del día: “Todos los síntomas han señalado la proximidad de la muerte, respiración anhelosa, pulso apenas sensible, cara hipocrática, suspensión total de orine. A las doce empezó el ronquido, y a la una en punto expiró después de una agonía larga pero tranquila”. Este es otro saber venezolano.