El presidente ruso Vladimir Putin declaró el jueves que su oponente número uno, Alexéi Navalni, no había sido envenenado por sus servicios especiales porque, de lo contrario, habría muerto.
“El paciente de la clínica berlinesa tiene el apoyo de los servicios especiales estadounidenses. Y por ello debe ser vigilado por los servicios especiales. Pero eso no significa que había que envenenarlo”, dijo.
“Si hubiésemos querido eso, pues se habría hecho lo necesario (Navalni estaría muerto)”, precisó en su conferencia de prensa anual.
Putin se niega a pronunciar el nombre de su detractor, y se refiere a él en relación con el lugar de su hospitalización después de su presunto envenenamiento.
El presidente ruso rechazo una reciente investigación de varios medios de comunicación, entre ellos el sitio Bellingcat, CNN y Der Spiegel, que atribuye la responsabilidad del evenenamiento al FSB, los servicios secretos rusos, herederos del KGB, del que Putin fue jefe durante un tiempo-.
“Esto no es una investigación, sino la legitimación de contenidos (preparados) por los servicios especiales estadounidenses”, dijo.
Según la investigación, basada en el análisis de datos telefónicos y de fugas de información en línea en Rusia, agentes del FSB, especializados en armas químicas, han estado siguiendo al opositor desde 2017.
Estuvieron presentes el 20 de agosto en Tomsk, ciudad siberiana donde se produjo el envenenamiento, según esta larga investigación.
Sin embargo, el artículo no establece ningún contacto directo entre esos agentes y el opositor, ni prueba alguna de un paso al acto o de una orden dada.
Rusia niega reiteradamente que Navalni haya sido envenenado en Tomsk, y afirma que la sustancia tóxica de tipo Novitchok, detectada por laboratorios occidentales tras su hospitalización en Alemania, no estaba presente en su organismo cuando fue tratado en Rusia.
AFP