Con el pacto sellado ‘in extremis’ con el Reino Unido para incluir a Gibraltar en el espacio Schengen -que elimina fronteras entre 26 países europeos- España pretende construir “una nueva relación” con la colonia británica, “sin renunciar a nada”, afirma la ministra española de Exteriores, Arancha Gonzalez-Laya, en declaraciones conocidas hoy.
El acuerdo alcanzado el pasado jueves entre ambos países garantiza en la movilidad entre España y Gibraltar y la libre circulación de ciudadanos, y evita un brexit duro que hubiera supuesto un gran prejuicio económico para los miles de trabajadores de uno y otro lado de la frontera.
En una entrevista publicada este sábado en el diario El País, González Laya explica que España ha aparcado “las cuestiones relativas a la bandera” para construir por “la vía de la corresponsabilidad en la gestión, una interdependencia más equilibrada, justa y leal”, aunque deja claro que “la última palabra sobre quien entra en Gibraltar la dirá España”.
La ministra española subraya que el acuerdo, que supondrá el derribo del la verja fronteriza, cambiará la relación con Gibraltar y recuerda que los intentos anteriores por colocar allí la bandera española resultaron un fracaso.
El peñón de Gibraltar, cedido al Reino Unido en 1713 por el Tratado de Utrecht, ha sido objeto de disputa diplomática entre España y Gran Bretaña desde 1940, cuando el régimen del dictador español Francisco Franco inició sus reclamaciones.
Las reivindicaciones españolas han sido apoyadas por Naciones Unidas, cuya Asamblea General ha aprobado seis resoluciones (1965, 1966, 1967, 1968, 1973 y 1974) en las que pide el fin de la colona e invita a las partes (España y Reino Unido) a negociar la resolución del asunto.
“Lo que hemos visto es un cambio de paradigma que no está hecho de concesiones sino de convergencia de intereses entre gibraltareños y españoles, ambos europeístas. Y eso es fruto del brexit”, asevera en la entrevista González Laya, que se muestra convencida de que con este pacto ha perdido el siglo XIX y ha ganado el XXI.
Por eso insiste en que el acuerdo no habla de soberanía y “nadie cede un ápice (en su reivindicación)”.
“Lo que significa -dice- es que, para poder entrar en un Gibraltar integrado en el espacio Schengen, la responsabilidad del control está en manos españolas. En el puerto y en el aeropuerto”.
González Laya admite que con este acuerdo la relación de Gibraltar con la UE puede ser más intensa que antes del brexit y recuerda que más del 95 por ciento de los gibraltareños votaron a favor de seguir en la Unión Europea.
También insiste en que habrá libre circulación de mercancías, no de servicios, y se tendrán que arbitrar una serie de mecanismos y procedimientos aduaneros para ver cómo se ejecutan los controles, que no tienen por qué hacerse en la frontera, sino en espacios habilitados al efecto.
EFE