Es un modo definitivo de esperanza. Ser optimista hasta las últimas consecuencias. Esta vez casi le abrimos la puerta a empellones a 2020 para que se fuese sin más escándalos. Rematamos su presencia con el mismo conteo anual, como si despegáramos el último cohete de nuestras vidas desde la Nasa.
En esta ocasión quisimos que se fuera sin sonrisas, cerrero, ineludible, sin parafernalias, pues nos hizo llorar a mares y nos encerró por meses en nuestra indignación delirante. Un granuja sin remordimientos y severo para cumplir con su dictamen endemoniado. Un año enfermo en todos los sentidos.
No quisimos hacer las anotaciones de lo cumplido. No valdría el esfuerzo. Fue un año perdido para la gran mayoría y nos mantuvo en un luto interminable. Comprendimos que la tristeza puede compartirse masivamente y hasta logró tener sello mundial. Las guerras más agresivas pueden entablarse sin una sola bala y contra un enemigo invisible, minúsculo y reservado. Capaz de perderse en nuestras propias negaciones.
Esta vez aspiramos algo distinto. Queremos un año voluminoso, remozado de fe, con resultados instantáneos para las soluciones de nuestros quebrantos y que nos demuestre con hechos, el retorno de la capacidad de triunfo para los propósitos. Que sea fascinante y justo, para no caer en la primera semana, en ese abismo angustioso de no saber el rumbo.
Asisto con fe a este bautizo. Ha nacido 2021 y lo llamaremos el de la recuperación real; el sanador de heridas. Tampoco debemos ser abusivos y sobrecargarlo de expectativas. Pero confío en que será mejor. Una oda balsámica para calmar los resuellos de preocupación.
Tal vez en los primeros compases nos azotará la misma puerta revoltosa, pues el virus sigue teniendo tentáculos y hasta sustituye su atuendo. Pero este año será diferente. No podemos ensombrecerlo desde este momento, pues debe de irradiar luz para los cambios necesarios.
Tengo mi lista presta a ser cumplida. Está llena de razones justas. Mis peticiones son sencillas. La primera es dejar la crisis moral de lado. Ya sabemos que nuestro descuido puede traer consecuencias. Que el vecino tiene la misma necesidad de libertad y de contar con una buena salud. Debemos protegernos de nuestro egoísmo y no ser cordero iracundo que aspira compartir el matadero. Una buena actitud puede salvarle la vida al prójimo.
Deseo que la recuperación sea una consigna emblemática. Que la conciencia del planeta esté rebosante de solidaridad y la unión nos permita salir bien librados de las malas conductas. Soy pertinaz de que podemos ser mejores. Que puedo estar bien, si todos lo estamos.
Para Venezuela aspiro una transformación inmediata. Que dejemos de ser los nuevos balseros del continente. Que las excusas para la miseria no sean el plato del día. Que el poder cambie de manos y sea utilizado para recuperarle las virtudes a una nación valerosa. Que los países de la región se integren a nuestros planes de libertad.
No hay nada definido. Este primer mes podría convertirse en algo paradigmático y complicado. Lo sabemos de sobra. Estados Unidos definirá su conflicto político y sus rumbos verdaderos. Nuestro territorio tendrá dos asambleas para legislar y no podemos abandonar la real, para no diluir la lucha. Y sobrarán los resquemores por el coronavirus. Pero las siguientes semanas no sobrepondremos de todo lo negativo. Hay que ser empecinado para alcanzar el éxito.
Deseo para todos un venturoso 2021. Lo hice visión desde su primera campanada. Que logremos convertir las heridas marchitas de un año desconcertante, en cicatrices de crecimiento y la humanidad sepa entender su propio concepto. Un fuerte abrazo de esperanza, que nos permita entender con sencillez, las buenas noticias que vendrán. Mi brindis sincero por el futuro…
MgS. José Luis Zambrano Padauy
Exdirector de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571