Para poder comprar un kilogramo de carne, cuyo precio se ubica en $ 3.2 en mercados municipales, se necesitan 7.8 salarios mínimos. Esto obliga a comer trastes y huesos a quienes dependen del salario mínimo, pensión o simplemente no tienen una fuente fija de ingreso mensual.
Por: Guiomar López | LA PRENSA DE LARA
Los huesos blancos son los más baratos en Bs 50 mil y el rojo en Bs 400 mil. Pocas veces eran incluidos en el menú y ahora representan la principal opción para darle sustancia a la sopa. Un caldo que cambia las presas por suficiente verdura para rendir a más raciones, de acuerdo al número de comensales. La asadura incluyendo hígado, corazón y pulmones se ubica en un millón 500 mil bolívares. Es muy buscada para prepararla en salsa y quienes tienen buena sazón, hasta la transforman como especie de parrilla y la acompañan con yuca y ensalada.
La tercera opción son aquellos consumidores que piden detallado y tratan de no sobrepasar los 300 gramos de un kilo de carne. Si optan por bistec, insisten en unos cortes casi transparentes, tan finos para rendir en más unidades. Mientras la carne molida es muy rendidora y pueden resolver con una “tetica” como porción.
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Esa cadena de limitaciones económicas dejan en el abismo a las carnicerías de mercados municipales en Barquisimeto. Apenas logran vender 2 reses a la semana, en vista de la poca demanda que se limita raciones en gramos y la facturación en dólares que aumenta a medida que se alza la divisa, desde un mínimo de $ 600. Además de cazar proveedores con la mercancía más barata, porque la distribución es muy forzada por la falta de gasoil.
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